Ni el Covid-19 nos regresó la visión global: Ángel Dorrego
Ni el Covid-19 nos regresó la visión global
Por Ángel Dorrego.– La pandemia que vivimos actualmente, generada por la expansión del Covid -19 a lo largo de nuestro globalizado planeta, ha trastocado todos los aspectos posibles de la vida pública en las sociedades de nuestra especie. Ha modificado casi de un día para otro los hábitos, costumbres y actividades que rara vez se ponían en tela de juicio. Nos hemos dado cuenta de que somos un conglomerado de seres vivos mucho más vulnerable de lo que se percibía. También nos dimos cuenta que nuestro mundo está más interrelacionado de lo que distinguíamos por los avances en la tecnología de comunicaciones. Nos dimos cuenta que un apretón de manos en China podía desatar una epidemia del Covid en prácticamente cualquier otro lugar. Para superar esta amenaza, ha quedado claro que ninguna nación puede actuar con éxito de forma independiente. Aun así, hay políticos que siguen actuando como si dichas interconexiones no existieran o fuesen controlables.
Durante muchos años, el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha dicho que la mejor política exterior es una buena política interior, asumiendo que una nación que está siendo gobernada de forma correcta no sufrirá ante los embates externos. La idea, planteada en esa forma simple, suena lógica; bajo la única reserva de que jamás ha sido cierta. Me sumo a los que sostienen que una buena política exterior se basa en la congruencia con los planes internos para el desarrollo del país, y así utilizar las circunstancias geopolíticas de forma provechosa en una serie de actividades que van desde buscar a los actuales, posibles y potenciales aliados y socios; hasta generar relaciones de convivencia entre comunidades que permitan el intercambio de información. Y en tiempos del Covid -19, esto se ha vuelto cada vez más evidente.
México es una país que viene arrastrando una serie de problemas urgentes que muchas veces nos impiden ver más allá de ellos: desde un insuficiente crecimiento y desarrollo económico, una desigualdad vergonzosa entre ciudadanos y la presencia de grupos del crimen organizado que están lejos de ser neutralizados por el gobierno. A esto tenemos que sumarle dos asuntos de actualidad: la pandemia del Covid y el precio internacional del petróleo. Ambos son asuntos de origen externo que tienen condicionado nuestro desempeño como país. No las pedimos, nos las generamos, pero igual compartimos el planeta que es el escenario de su desarrollo. Y si queremos superarlas, dependemos de la actuación de los demás actores globales, mientras que ellos también dependen un poco de nosotros y de nuestra eficiencia para lidiar con los problemas que se nos están presentando.
En el caso del Covid -19, la actuación del gobierno ha sido cuestionable en varios aspectos, pero me quiero centrar en la falta de preparación en el ámbito global para ilustrar: cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un llamamiento urgente para el distanciamiento social, el presidente de nuestro país seguía animando a la gente a salir a la vez que no paraba con sus mítines de fin de semana. Sabedor de la catástrofe económica que significa dejar de trabajar para la mayor parte de los mexicanos, trató de extender el tiempo para iniciar la aplicación de medidas de reducción de contagio. Lo de sus eventos que lo explique él, porque no tiene explicación más allá de su idea de la política interna. Medidas que son potencialmente lesivas para nuestro país y para los que tienen contacto con él, pero primero se trató de privilegiar lo interno, y el tiempo nos dirá si esas medidas no generaron un problema más grande para nosotros u otros países. Incluso se le vendió a China material médico en el mes de febrero, el cual actualmente se está recomprando a un precio más elevado. ¿Nadie pensó que lo necesitaríamos?
Por su parte, un severo desacuerdo entre Arabia Saudita y Rusia tiró los precios del petróleo al no poder concertar la reducción de la producción global con el fin de que la oferta baje y que por tanto la demanda suba los precios. Esto bajó el precio de las gasolinas en por lo menos una tercera parte de los países del mundo, pero reduciendo sus ingresos de forma importante. La semana pasada se reunieron los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) con representantes de otros estados que también son participantes del mercado petrolero mundial, incluido México. Nuestro país fue representado por la secretaria de energía, Rocío Nahle, quien de forma reiterada se negó a reducir la producción de Petróleos Mexicanos (Pemex), al grado de que Estados Unidos se comprometió a reducir lo que México no quiso como único modo de destrabar el único eslabón faltante en la negociación. Puede parecer de inicio que las cosas salieron bien, pues Pemex producirá igual con mejores precios de venta, pero el presidente estadounidense, Donald Trump, dijo que México le iba a pagar después “de otra forma”. Me reservo ver eso para sacar conclusiones de qué tanto convino, porque la ocasión anterior que se tuvo un trato así con él, éste estribó en que no aplicaría nuevos impuestos a importaciones mexicanas a su país siempre y cuando nos comprometiéramos a bajar drásticamente la migración centroamericana y local hacia su nación. Se comprometió a la Guardia Nacional a esto y Trump, en su pasado Estado de la Nación (o informe de gobierno), dijo que la inmigración ilegal se había reducido como nunca, que ya tenía su muro y que México lo estaba pagando. Ojalá no volvamos a perder así.
Es, por lo tanto, sumamente ingenuo que un gobierno crea que puede controlar las cosas que sí puede mirando sólo hacia adentro de sí mismo. Es igual de desatinado creer que puede controlar cosas que no puede sólo por hablar con los otros involucrados, aunque no los trate mucho. Tiene que haber una conciencia de que una administración de gobierno no puede elegir los problemas que tendrá que enfrentar, sobre todo en el caso de las emergencias como la que estamos viviendo. Juárez no eligió una invasión extranjera, pero tuvo que lidiar con ello. Cárdenas no pidió el conflicto con las compañías petroleras. Díaz Ordaz no pidió un movimiento estudiantil. López Portillo no buscó una crisis internacional del precio del petróleo (¿déjà vu?), y así De La Madrid con el sismo, Fox con las Torres Gemelas, Calderón con otra pandemia o Peña Nieto con los desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa. Unos salieron como ídolos de estos problemas y otros no tanto. O lo contrario.
Lo que es inconcebible es que se crea que se puede mantener la ilusión de un ejercicio de gobierno tal y como se lo habían imaginado, aunque nunca lo hubieran puesto en tinta como un plan, sino más bien como una aspiración. Hay quien se imagina como un gran gobernante mientras mira un tablero de ajedrez y se imagina cómo doblará a su rival con su inteligencia y astucia. Pero tienen que entender que están en una mesa de póquer. Hay varios contendientes, no se sabe a simple vista qué cartas tienen y uno tiene que jugar según la suerte que le haya tocado. Así que espero que la próxima vez que apuesten con nosotros, miren las acciones de sus contrincantes, midan sus posibilidades y entiendan que se gana sabiendo cuándo y cómo apostar, incluso para perder a veces. Porque ya no pido que ganen, sino que entiendan cómo se juega.
Por Ángel Dorrego
Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.
Correo para el público: adorregor@gmail.com
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Foto agencias Ecoticias reflexiones sobre el Covid