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Atacar las causas no reduce la inseguridad

 

Atacar las causas no reduce la inseguridad

Por Ángel Dorrego.- El viernes pasado, el titular de la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, sufrió un atentado en contra de su vida en pleno Paseo de la Reforma, una de las avenidas más representativas de la megalópolis. Logró sobrevivir al ataque, aunque dos de sus escoltas perdieron la vida en el enfrentamiento contra sus atacantes. Antes que nada, me parece de suma importancia destacar la actitud de la clase política y el periodismo ante el atentado, ya que hubo una condena unánime sin importar colores partidistas o ideologías políticas. Fuera de las penosas manifestaciones esgrimidas en redes sociales por el doctor John Ackerman y el productor Epigmenio Ibarra, donde asocian el ataque con el periodismo opositor al gobierno basados en suposiciones, el razonamiento ampliamente mayoritario fustigó el hecho como un atentado contra el estado mexicano con el fin de amedrentar a las autoridades que están ahí para defendernos. Este tipo de unidad se ha vuelto, desgraciadamente, poco común en nuestro país, pero se agradece cuando sucede.
Ante los hechos, el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, manifestó un par de cosas: primero, que el atentado se deriva del buen trabajo que se ha hecho durante su administración; que corre en paralelo con el de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien también es militante del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Segundo, que la estrategia de seguridad no se va a cambiar, ya que se están atacando las causas de la inseguridad, como son la pobreza, desigualdad y marginación. Ambas afirmaciones son cuestionables, en el mejor de los casos. Pero veamos por qué.
Vivimos en una época donde la generación de información y el análisis de la misma están al alcance de muchas más personas, además de que se han creado una serie de metodologías para procesar dicho contenido en índices y estadísticas comparativos llenos de metodologías probadas. Y todos los índices indican que la actividad delincuencial en México no se han podido aminorar, al contrario, siguen las mismas constantes de aumento que en las dos administraciones federales anteriores, lo que vacía el discurso valorativo y cualitativo que trata de insertar la presidencia en la opinión pública de que las cosas están mejorando, aunque las estadísticas emanadas de las cifras oficiales que arroja su propio gobierno insisten en lo contrario. Y si bien el hecho de que se atacara a García Harfuch demuestra que se ha vuelto parte de la mira de un grupo delincuencial que hay que combatir, como lo hacen diariamente miembros honestos de las distintas fuerzas de seguridad pública del país; también hay que señalar que hay otra lectura igual o más lógica que la del gobierno federal. Ésta consiste en que los grupos delincuenciales han percibido la inacción en la que han caído las fuerzas federales ante la confrontación de los grupos del crimen organizado, cuyo momento más emblemático se encuentra en la liberación de uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, cuando ya se encontraba bajo custodia en la ciudad de Culiacán, en el estado de Sinaloa. O sea, el crimen organizado ha visto que se puede hacer recular a las fuerzas de seguridad pública, por lo que vale la pena intentarlo, lo que pone en riesgo la vida de cualquier operador del sistema de justicia.
Por su parte, está el asunto de que a la inseguridad se le combate atacando las causas. Sí y no. Sí hay que atacar las causas con el fin de colocar estímulos que dificulten que el crimen se nutra de nuevos cuadros susceptibles a hacer lo necesario para alcanzar niveles de vida que se les niegan con el trabajo legal y honesto. Pero no sirve para sacar de la delincuencia a las personas que ya han hecho de estas actividades su modus vivendi y que saben que sólo podrán obtener la cantidad de recursos (o incluso privilegios) de los que hoy gozan mientras sigan realizando las labores que los ocupan actualmente. Es como si usted fuera al médico porque tiene dolor de estómago, fiebre, vómito y diarrea. El galeno determina que usted tiene una infección estomacal, por lo que le receta antibióticos para que se cure. Supongo que estaría usted insatisfecho con el trabajo del profesional de la salud que, al atacar las causas de su problema (la infección), se lo quitara en unos días, en los cuales seguirá usted teniendo los molestos síntomas que no le permitirán continuar con su vida normal. En este caso, el médico debió darle también medicamentos paliativos para que no tenga que padecer en lo que se combate la infección. Lo mismo en el caso de la seguridad pública, sirve de poco atacar las causas cuando los síntomas no dejan vivir a la sociedad, habría que atacar también los síntomas, aunque esto encarezca el tratamiento. Y tomemos en cuenta que la herida en nuestro tejido social se parece mucho más a alguien desangrándose que a una infección estomacal. Hay que parar la hemorragia.
Por lo tanto, no se puede presumir que se están atacando las causas a la vez que las vidas de los mexicanos se encuentran expuestas a los nefastos síntomas de un sistema de seguridad rebasado por las capacidades de las organizaciones delincuenciales. No se pone en duda que hay que atacar los orígenes del problema, pero esto tiene que estar acompañado de políticas públicas enfocadas en reducir los impactos que está teniendo la actividad delincuencial en la vida de los ciudadanos. Hacer una cosa sin la otra convierte los esfuerzos en inútiles. Así que es inocuo apelar a la moral y la espiritualidad para acabar con los impactos delictivos que generan inseguridad en nuestras sociedades, es necesario que se invierta en combatir estos flagelos a través de la elaboración de planes que inhiban la actividad delictiva, sobre todo de crímenes violentos; y que dichos planes cuenten con los recursos necesarios para ejecutarse. O en el corto y mediano plazo habrá que seguir sufriendo los dolorosos síntomas, a ver si la medicina de acusar a los criminales con sus madres logra funcionar.

Educación

Por Ángel Dorrego

Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.

Twitter: @AngelDorrego

Correo para el público: adorregor@gmail.com

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Foto por Forbes