Hombres y mujeres ¿desean diferente?
¿La atracción y el deseo sexual puede ser diferente en hombres y mujeres? ¿De qué depende?.
El deseo es una ansiedad placentera de carácter erótico que viven y experimentan hombres y mujeres.
Así lo define el sexólogo clínico mexicano David Barrios. “Es un estado anímico, una propensión a excitarse y un cúmulo de sensaciones agradables”, ahonda el médico.
Desde el punto de vista fisiológico forma parte de la curva de la respuesta sexual que incluye tres elementos: el deseo, la excitación y el orgasmo. Pero el deseo se modifica con el tiempo.
Esta energía psíquica tiene tres etapas. “Al principio el deseo es más intenso. Después se transforma en algo más maduro y pasional, pero aumenta el de intimidad, complicidad y compañía”, explica Larissa García de Alba, psicoanalista de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM):
“Al pasar de los años, el gran riesgo es perderlo. Pero el deseo no se pierde: la pareja lo deja morir”, agrega la psicoanalista.
La atracción
La atracción sexual surge de un coctel repleto de ingredientes. Obedece a aspectos cognitivos, afectivos y neurobiológicos. Esto lo completan factores externos e internos.
La evolución ha cambiado las coordenadas del deseo. Según la psicología evolucionista, el deseo se manifiesta de forma distinta a como lo hacían los hombres de la Edad de Piedra. Pero también ha quedado impregnada en nuestra mente la forma en que ellos se atraían.
David M. Buss, catedrático de psicología social de la Universidad de Texas, afirma que las medidas más exitosas han permanecido a lo largo de la evolución humana. Según Buss, provenimos de los humanos que triunfaron con sus tácticas y lograron reproducirse.
Otra de sus conclusiones es que en la mayoría de las sociedades las mujeres son más selectivas sexualmente, pues antes las mujeres debían escoger bien al macho para tener hijos de calidad y tener la certeza de que les aportan recursos a largo plazo.
El olor del frenesí
Grammer insiste en la fuerza del olfato a la hora de sentirnos atraídos por alguien: “El gusto de las mujeres varía según el momento de su ciclo menstrual”.
Estas características se consideran pruebas de una mayor fertilidad y calidad genética superior. Aparte de esto, es cierto que la belleza, la simetría y la procedencia intelectual y económica determinan la atracción sexual, según incontables estudios.
Laura Berman, directora del Berman Center en Chicago, dice que somos capaces de producir 10 mil aromas diferentes de manera consciente y otros muchos de forma inconsciente que no percibimos.
Todo está en la cabeza
¿En qué región del cerebro y qué neurotransmisores tienen que ver en el arrebato carnal de hombres y mujeres? Grammer apunta que se segrega oxitocina, conocida como la hormona del amor y sentimos la necesidad de estar con alguien.
Después se pasa de la pasión (dura entre seis meses y dos años) a los lazos afectivos y es entonces cuando el cerebro produce endorfinas. Los científicos también dicen que el deseo está regulado por la feniletinalamina, de la cual necesitamos dosis cada vez mayores para mantener los niveles de erotismo.
El interés y la excitación sexuales se generan en la amígdala. El sistema límbico, formado por un anillo alrededor del órgano del olfato, regula las sensaciones de placer y la inhibición del comportamiento erótico.
El efecto cultural
El concepto que tenemos del deseo y el grado de represión en el que somos educados permean y definen a quién escogemos y cómo lo hacemos.
Existen factores de autocensura, producto de los códigos aprendidos sobre lo que es y no es el deseo. Todo pasa por el filtro de la valoración social o cultural, que es todavía más estricta con las mujeres.
Así que aunque el deseo estrictamente biológico es igual en hombres y mujeres, la educación se encarga de establecer distinciones. En las féminas no se considera un valor positivo, mientras que para los hombres representa una cualidad de su virilidad.
Hoy, el instinto sexual ha mutado en sexualidad, un concepto más elaborado. De la reproducción se ha pasado a la satisfacción del deseo sin ánimo reproductor.