Salud

¿Qué tanto sabes de la intolerancia a la lactosa?

Intolerancia a la lactosa, incapacidad del intestino para digerirla

La Secretaría de Salud del estado de Querétaro informa sobre los síntomas, diagnóstico, tratamiento de la intolerancia a la lactosa, así como recomendaciones que debe seguir la persona que sufre esta afectación.

La lactosa es el azúcar predominante de la leche. La causa de la intolerancia a la lactosa es la incapacidad del intestino para digerirla y transformarla en sus constituyentes (glucosa y galactosa).

Esta incapacidad resulta de la escasez de un enzima (proteína) denominado lactasa, que se produce en el intestino delgado. Se estima que el 80% de la población mundial sufren intolerancia a la lactosa en mayor o menor grado.

Existen múltiples causas de intolerancia a la lactosa, la más frecuente es la intolerancia primaria a la lactosa. La actividad de la lactosa es alta y vital durante la infancia, pero en la mayoría de los mamíferos, incluyendo los humanos, disminuye de forma fisiológica a partir del destete. Por eso, la intolerancia primaria a la lactosa se manifiesta en la mayoría de los casos en la pubertad o en la adolescencia tardía.

La intolerancia secundaria a la lactosa es causada por cualquier daño de la mucosa intestinal o reducción de la superficie de absorción. Este tipo de intolerancia suele ser transitoria y depende de la enfermedad de base que tenga el paciente: enfermedad celiaca, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, parásitos intestinales y gastroenteritis.

Los síntomas incluyen: distensión abdominal, cólicos abdominales, diarrea, gases (flatulencia) y náuseas. Estos se presentan de forma frecuente de 30 minutos a 2 horas después de consumir productos lácteos y pueden ser peores cuando se consumen grandes cantidades.

El diagnóstico médico se realiza a través de la historia clínica y pruebas de laboratorio.
El tratamiento consiste en evitar el consumo de alimentos o productos (como medicamentos) con lactosa. Los síntomas intestinales de pacientes que consumen productos lácteos pueden reducirse con el uso de fermentos comerciales añadidos a la leche.

El yogur y los quesos curados suelen tolerarse mejor. En el mercado existen leches bajas en azúcar. La leche de soya se puede tomar con tranquilidad, ya que no contiene lactosa.

Si se sigue una dieta baja en lácteos, se debe recomendar la toma de calcio para evitar desarrollar osteoporosis. También se sabe que muchos alimentos son ricos en calcio y bajos en lactosa, como por ejemplo vegetales de hoja verde (brócoli, acelgas, lechuga) y productos del mar (sardinas en conserva, atún y salmón).

La piedra angular en el tratamiento es la educación del paciente, quien debe equilibrar su dieta, cambiándola hasta que desaparezcan las molestias, y aprender a interpretar el etiquetado de los alimentos para evitar la ingestión accidental de productos que contengan algún derivado lactoso.

Foto  La Antigua de Fuente saúco