La educación mexicana en manos de su gremio: Ángel Dorrego
La educación mexicana en manos de su gremio
Por Ángel Dorrego.- La semana pasada se aprobó en la Cámara de Diputados el paquete de leyes secundarias de la reforma a la legislación educativa. Éstas quedaron acorde a lo propuesto por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), las cuales les regresan el control, entre otras cosas, de las plazas para trabajadores docentes en los territorios donde tienen sus bases. Esto quiere decir que los profesores de los estudiantes de nivel básico en dichos territorios serán designados por el gremio que los agrupa, y de paso sus salarios provendrán directamente de ellos. Esto somete al profesorado a los designios de un ente que, pese a dedicarse a un área pedagógica, tiene más interés en la presencia política que en formar cuadros de mexicanos con capacidades de competencia para el mundo globalizado.
Me parece que es una mala idea por dos cosas: la primera, porque sencillamente ya probamos esta fórmula y los resultados fueron desastrosos. Este es el esquema que teníamos antes de la reforma educativa aprobada en el gobierno anterior. Aclaro, antes de cualquier otra cosa, que esa reforma no era ni de lejos lo que nuestro país necesita en materia educativa, y recupero la opinión de José Narro, en ese entonces rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM): no es una reforma educativa, es una reforma administrativa de la parte de recursos humanos en la educación pública de nivel básico. Sin embargo, con las reservas pertinentes acerca de los mecanismos de evaluación y permanencia del profesorado, cambiaba el esquema en que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y la CNTE decidían basados en criterios discrecionales quién, dónde, cómo y cuándo se iban a dar las clases.
Cuando se les quitaron estas enormes canonjías se descubrió que cobraba más gente de la que trabajaba, que la que trabajaba no se entendía mucho por qué lo hacía y, lo más importante, daba en el clavo en uno de los pilares principales de nuestros deplorables resultados, que incluyen ser el peor de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en cuanto a educación, ya que en las pruebas aplicadas a estudiantes de 15 años descubrimos que, a esa edad, los jóvenes eran apenas capaces de hacer operaciones aritméticas básicas sin entender en realidad la abstracción que estaban ejecutando. Además, resultaron apenas capaces de comprender una lectura y completamente incapaces de expresar sus ideas en un texto escrito. A esto último se le llama analfabetismo funcional, que es conocer el código de la escritura y, por lo tanto, capacidad de repetir lo escrito, pero completa incapacidad de comprender ideas abstractas emanadas de un conjunto de palabras. Esto es común en nuestro país, ya que la mayor parte de la gente cree que está alfabetizada porque puede entender palabras, aunque escriba con tremendas faltas de ortografía y sin la menor idea de cualquier regla sintáctica. Decir que eso es saber escribir es como decir que se sabe conducir un vehículo, sólo que chocándolo un poco cada vez que se hace. Lo invito a echar una mirada a las pancartas de los profesores inconformes. Esa es la gente que le enseña a leer a los mexicanos más jóvenes.
Sin embargo, los diputados, con la CNTE secuestrándolos en la cámara (yo acostumbro decirle secuestro al evento en el cual alguien me encierra en un lugar y no me deja salir hasta que cumpla sus demandas) decidieron que volver al esquema anterior era lo más justo y pertinente para nuestra educación. Repito, esto sólo fue una contra reforma de los privilegios perdidos de las agrupaciones de profesores. No me parece que se les pueda llamar sindicatos porque eso implicaría que están ahí para defender lugares de trabajo con derechos y remuneraciones dignas al tiempo que busca la superación de sus agremiados, no para luchar por presupuestos millonarios para aplicarlos discrecionalmente. Eso no ayuda ni a los profesores ni a la educación en nuestro país. Las evaluaciones aplicadas a niños de primaria nos habían arrojado que los estados con un mayor nivel de atraso educativo eran Oaxaca, Chiapas y Guerrero. Si usted me dice que el gobierno debería invertir más en esos lugares, estoy de acuerdo con usted, pero primero me gustaría saber que se hizo con los recursos que sí se les dieron. De paso se va a encontrar incidentalmente con lugares manejados por la CNTE.
La segunda razón por la que me encuentro en desacuerdo con la reciente reforma es porque creo que ningún gremio debería de auto emplearse.
Incluso el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, declaró en una de sus conferencias matutinas que los jóvenes que salgan de las escuelas normales deberían tener una plaza de profesores. Que un gremio maneje las plazas laborales es peligroso debido a que se pierde la perspectiva de si la calidad de los servicios provistos se encuentra alineada con las necesidades de todos los actores involucrados, desde el gobierno que entrega los presupuestos hasta el usuario final de los servicios públicos. El equivalente sería que a cada estudiante egresado de medicina se le otorgara una plaza en un hospital sin comprobar antes que sus capacidades profesionales correspondan con su historia académica, lo que a su vez reduciría la calidad educativa que reciba al no tener que exponer el prestigio de la escuela con una evaluación. Y así sucesivamente, hasta que no sepamos si el médico que nos atiende merece ser llamado por ese título. Si hiciéramos eso con cada profesión nos encontraríamos en un universo en el cual todo lo que hay que hacer para tener un empleo es asistir a una universidad, estudiar o lograr obtener resultados a pesar de no hacerlo, e integrarse a la vida profesional. Le invito a imaginar que calidad de profesionales tendrían en las manos sus asuntos si así fueran las cosas, y de paso le deseo mucha suerte con el piloto si se sube en un avión.
En México y otros lugares del mundo existen asociaciones o barras de profesionales que elaboran baterías propias de evaluación para que sus agremiados estén obligados a presentarlas cada determinado tiempo con el fin de que se encuentren con conocimientos frescos y actualizados de forma permanente para el ejercicio de su vida profesional. Incluso hay lugares donde es requisito pertenecer a una de estas instituciones con el fin de obtener una plaza laboral. O sea, los profesionales buscan a la asociación para evaluar sus conocimientos y poder pertenecer a ellos con el fin de obtener un empleo. Es un incentivo para que los profesionales formados en distintas entidades educativas y puntos geográficos puedan demostrar que los conocimientos obtenidos corresponden a los requisitos mínimos para el ejercicio de su labor profesional. Mientras tanto, en la educación en México estamos viendo cómo, a pesar de que nuestra oferta es de baja calidad, le entregamos las plazas a un gremio que no se evalúa, carece de prácticas de transparencia y ha dado pésimos resultados. Pero qué bueno que hay cartilla moral para que nuestros pobremente educados jóvenes no engrosen las filas de la delincuencia.
Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.
Correo para el público: adorregor@gmail.com
Foto El Diario