No se deje controlar por los celos
No se deje controlar por los celos
Sentirnos incómodos, invadidos por los celos, en cierta medida no es de por sí un signo de enfermedad mental. Todos tendemos a experimentar de forma natural un sentimiento de protección de los vínculos afectivos que formamos.
Los celos nos invaden, cuando otra persona se acerca a alguien que queremos, no podemos dejar de preocuparnos ya que esto es percibido como una amenaza, aún cuando conscientemente estemos seguros de que no va a suceder nada malo.
Por un lado, tal sensación forma parte del repertorio animal que todos conservamos en algún lugar recóndito de la personalidad y que se denomina “territorialidad” y por el otro deviene de un remoto sentimiento infantil de reaseguramiento, necesario para mantener la identidad en los primeros años de la vida.
El problema surge cuando se es exageradamente celoso y se desea controlar al máximo la conducta de otras personas para garantizar su absoluta fidelidad.
En tales casos se pueden sentir celos, no solamente hacia la pareja sino también hacia los amigos, la familia y hasta hay personas que se molestan si su mascota se muestra particularmente afectuosa con alguien más aparte de ellas.
La celotipia extrema es parte de una entidad psiquiátrica y como tal, puede dar lugar a actos violentos los cuales incluyen el asesinato o al suicidio.
El individuo celotípico ve fantasmas amenazantes por todas partes. Puede hacer penosas escenas públicas o mostrarse agresivo con personas que osen acercarse de alguna manera o simplemente mirar a su compañero (a).
Necesita y demanda comprobaciones constantes de fidelidad. Busca información en todos lados. Observa cada movimiento de su pareja y llega a invadir su intimidad chequeando las llamadas que ha hecho o recibido, sus correos electrónicos, las facturas que ha pagado y la ropa que ha usado cuando ha salido sin él.
Su lema de vida podría ser: “A mí no me engaña nadie si yo puedo evitarlo”.
La persecución nunca cesa, aún cuando la pareja le dé todas las pruebas de que no le ha faltado. Su estado mental no se calma fácilmente y la pesquisa continúa. A veces, cuando no encuentra nada, lo inventa para ver la reacción del otro.
Dependiendo de cómo sea la respuesta puede que descanse un rato, pero lo más probable es que más temprano que tarde comience de nuevo la investigación.
La pareja se desespera y hace lo posible por tranquilizarlo, pero no lo logra porque no se trata de una alteración momentánea y pasajera, es un estado patológico crónico que requiere tratamiento especializado.
Como ya podemos ir deduciendo, sea de esta desagradable forma o en su modalidad menos severa, el problema básico del celoso no es realmente su falta de confianza en su pareja, sino que no confía en sí mismo.
Contrariamente a lo que se piensa, los celos no son un rasgo inequívoco de alguien que siente amor, sino más bien un claro signo de inseguridad propia.
Una persona puede llegar a pensar que necesita poseer total y absolutamente a otra, no porque la ama sino porque haciendo esto, intenta controlar enormes ansiedades internas acerca de no ser suficientemente valioso, atractivo, querido o deseable para nadie más.
Esa inseguridad probablemente esté relacionada a sentimientos de inadecuación, una severa autocrítica, una autoestima muy baja y, en los casos excesivamente tormentosos o patológicos, a delirios de naturaleza paranoica.
Existe un tipo de esa paranoia propia de los pacientes alcohólicos, la cual puede producir graves consecuencias, tanto para quien la sufre como para la pareja objeto de los extenuantes reclamos alucinatorios y persecutorios.
Definitivamente la conducta celosa no es de la clase que algunos quieren proclamar romántica o convenientemente como “pruebas de amor”. Es decir que si aceptáramos esa idea, por extensión, solamente podrían existir relaciones verdaderamente amorosas entre personajes inseguros neuróticos, paranoicos y alcohólicos.
Esto sería como asegurar que la gente aproximadamente “normal” no ama o no lo hace con la suficiente intensidad…. Nada más lejos de la verdad.
Así que, si no quiere pasarse la vida colgando de un clavo caliente con su pareja ni seguir atosigándola con reproches y vigilancias que nunca conducen a la tranquilidad total, acepte este consejo: No se deje controlar por los celos.
Si la inseguridad que usted sufre no es de gran severidad y no amenaza su estabilidad emocional o la salud física de ninguno de los dos integrantes de la pareja afectiva, no tiene que preocuparse excesivamente. Tal vez sea un aderezo simpático de la relación y si ambos terminan riendo, pues… ¡adelante!
Puede que de vez en cuando una dosis algo más elevada le haga pasar por una variedad de sentimientos negativos, pero como seguramente conserva una personalidad bastante sana, tal vez los use como ya dijimos, se los guarde para sí o los exprese dentro de un clima de racionalidad y búsqueda de entendimiento.
Sea como sea que usted experimente sus sentimientos celosos, tome nota de las siguientes recomendaciones para aprender a superar lo que puede ser una esclavitud agobiante y dañina:
Si repentinamente sospecha que su pareja está mostrando gran interés por alguien más, espere hasta que se sienta calmado(a) emocionalmente antes de hablar con ella del tema.
Una comunicación serena, buscando la objetividad en el análisis de los eventos puede ayudar a clarificar el panorama y producir mecanismos para mejorar la confianza mutua. Tal vez por esta vía pueda descubrir que hay problemas de otra índole en la relación y solucionarlos.
Haga un análisis sincero de su personalidad y de su forma de actuar. Pregúntese si en general aún es usted la misma persona de la cual se enamoró su pareja.
- ¿La está tratando de la manera como lo hacía al principio, cuando todo comenzó?
- ¿No se habrá descuidado en ciertos detalles hacia él o ella?
- ¿Sigue cuidando su aspecto personal?
- ¿Cómo va la vida sexual?
- ¿Le dedica el tiempo necesario a compartir actividades que ambos disfrutan?
- ¿Le hace sentir con frecuencia que le considera alguien importante y querido?
Revise su propio comportamiento global ante la inseguridad. Puede suceder que sea usted una persona insegura en otras áreas de su vida y está colocando en la vida de pareja todas sus preocupaciones por este motivo.
Trate de mejorar sus estrategias de afrontamiento ante las situaciones que le producen temor o inquietud en su vida cotidiana. Aprenda a separar sus campos de actividad y a no contaminar unos con otros.
Si se da cuenta de que sin duda alguna su pareja le da algunas razones para desconfiar de ella, debería preguntarse si no será tiempo de terminar su relación amorosa con ella.
Quizás usted no se ha percatado que el interés que pueda estar mostrando por otras personas proviene de un enfriamiento afectivo y no necesariamente de su mala intención o por tener una tendencia insana al engaño.
Confróntela sin acusaciones o agresiones. Déjela libre para escoger. No recurra a coacciones o amenazas que lo que harán será alejarla aún más o someterse con mucho resentimiento y poco amor.
Trate de basarse para sus decisiones únicamente en los datos que le ofrece la realidad. Recuerde que la mayor parte de los sentimientos de celos surgen de la imaginación temerosa más que de algo verdaderamente comprobable en el comportamiento de su pareja.
¡Cuidado con las emociones que se le despiertan! Los celos y la rabia al mezclarse producen una combinación explosiva. Trate de vivir más feliz con su pareja, quiérala con libertad, anímela con nuevas experiencias y, por encima de todo, permítale decidir con quién estar.
Si está ahora con usted por algo será. No se deje enfurecer por especulaciones, por la fantasía o por los chismes de allegados no bien intencionados. Disuelva esa mezcla peligrosa de emociones antes de hacer algo que después vaya a lamentar.
Por último, no olvide que los pensamientos derivados de los celos son autodestructivos. No se focalice en ellos porque los hará más fuertes.
Si lo que siente es incontrolable, preocúpese. No lo valorice como una demostración de su fuerte impulso amoroso. Hable con un amigo o un consejero de confianza.
Si con esto no puede encontrar la paz que necesita, consulte a un terapeuta especializado. El problema puede estar arraigado más profundamente en su personalidad que en la de la persona que escogió como objeto amoroso y quizás, solucionándolo podrá colocarse frente a dos opciones positivas:
a) Desprenderse de su relación sanamente para que ambos sean libres de decidir su destino
b) Vivir con ella disfrutando de la seguridad de saberse querido en vez de temido.
Recuerde que nadie es posesión de nadie y que nunca podrá controlar las decisiones de otro durante todo el tiempo. La libertad es la mejor cárcel para retener a un ser querido.
César Landaeta H. PC