Cultura

“24 hrs: entre la fugacidad digital y la permanencia cultural”

 

“24 hrs: entre la fugacidad digital y la permanencia cultural”

*Por Ofelia Muñoz Catalán

Apreciable lector:

Permítame, antes que nada, un gesto de intimidad: este artículo nació en medio de unos días de enfermedad callada, donde el cuerpo obliga a detenerse y la mente busca refugio en la lectura. Fue entonces cuando regresé a “Lo fugitivo permanece” de Carlos Monsiváis, (una recopilación de 21 cuentos de los mejores narradores mexicanos a decir de él) y al reencontrarme con sus páginas descubrí que, pese al tiempo, sigue tocando fibras actuales el título. Lo fugitivo ¿Será moda o tendencia?

No lo afirmo ni lo niego; la última palabra, como siempre, le pertenece a usted.

Las redes sociales, ese espejo contemporáneo en el que la sociedad se observa y se reinventa, han ido invisibilizando en pocos años a las publicaciones fijas —los viejos “álbumes digitales”— para dar paso a un formato efímero: las historias.

Lo que antes se compartía con la intención de permanecer, ahora se lanza al flujo de lo inmediato, para desaparecer en 24 horas. Este cambio no es solo tecnológico, sino profundamente cultural.

Banner-Samper-1280x140

El auge de las historias revela una transformación en nuestra relación con la memoria y la representación personal. En la tradición cultural occidental, la permanencia ha sido signo de trascendencia: los retratos en óleo, los álbumes
familiares, los archivos fotográficos. Hoy, en contraste, la narrativa social se construye en lo instantáneo.

El presente importa más que el recuerdo, y la fugacidad se convierte en la nueva forma de autenticidad.

Este fenómeno conecta con el ritmo acelerado de la vida contemporánea. El feed1 representaba la vitrina oficial: curada, estética, estática. Las historias, en cambio, son la conversación de pasillo, el gesto espontáneo, la intimidad compartida en un formato accesible.

Culturalmente, asistimos a la naturalización de lo transitorio: la idea de que la identidad no se graba en piedra, sino que se reinventa cada día. La juventud ha sido pionera en esta práctica. Generación Z y Millennials se sienten cómodos con la idea de que no todo debe perdurar.

Para ellos, el valor cultural está en lo inmediato, en lo “real” sin tanto filtro. En cambio, los adultos formados en un paradigma de permanencia tienden a reservar sus publicaciones para lo que consideran significativo, confirmando así una brecha generacional no solo tecnológica, sino simbólica.

bann samper

Sin embargo, la fugacidad no se limita al terreno digital. También en las relaciones humanas presenciales observamos este cambio cultural: amistades, noviazgos, compadrazgos o vínculos de trabajo ya no se entienden como eternos, sino como relaciones que valen mientras duren.

En otras palabras, existe ya una ambigüedad la gente adulta también ha adoptado la cultura de la fugacidad como
permanencia: lo que resista el tiempo tiene valor, lo que no, simplemente se desvanece sin mayor escándalo.

No obstante, reducirlo a un simple cambio de consumo sería insuficiente. Las historias reconfiguran la manera en que nos narramos como sociedad: invitan a un lenguaje visual más veloz, a interacciones ligeras pero constantes, a vínculos que se sostienen no por lo que permanece, sino por la suma de momentos pasajeros.

La cultura digital, así, se mueve de la solemnidad del archivo a la danza del instante.

Las historias no son únicamente una tendencia de redes sociales, sino el reflejo de una cultura que ha dejado de obsesionarse con el legado para volcarse en la experiencia. Lo efímero, antes visto como debilidad, hoy se transforma en el espacio donde se juega la autenticidad y la cercanía.

24 hrs

Y en ese espejo, tanto en lo digital como en lo humano, descubrimos que la fugacidad ya no es lo opuesto a la
permanencia, sino su nueva definición.

Al final, quizá la verdadera fuerza de lo efímero está en la huella que deja: destellos breves que iluminan más que muchas permanencias. La fugacidad nos recuerda que nada nos pertenece del todo, que la vida misma se escribe en instantes que no regresan.

Y, sin embargo, hay presencias que, aun desvaneciéndose sin adiós, persisten como una música callada. Allí entendemos que lo fugaz también puede ser eterno, aunque solo nosotros sepamos por qué.

*Catedrática e Investigadora de Patrimonio Cultural

1Feed: espacio principal de una red social donde aparecen las publicaciones permanentes y el contenido recomendado por el algoritmo

24 hrs 24 hrs 24 hrs 24 hrs 24 hrs 24 hrs 24 hrs