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99 años del desafío final del mago y escapista Houdini

En agosto de 1926 el célebre showman hizo la prueba llamada “Enterrado vivo”. Lo metieron dentro de una ataúd en una pileta. Y resistió media hora más que un rival que lo había desafiado

 

Un 5 de agosto, pero de 1926, quien tal vez sea el mago más célebre de todos los tiempos se encerraba por última vez en una caja metálica sumergida bajo el agua. Harry Houdini, el ilusionista que redefinió los límites de la magia, realizaría su último gran truco frente a la prensa e invitados en el Hotel Shelton de Nueva York. Al truco se lo llamó “Enterrado vivo”.

Aquel día, hace 99 años, permaneció 91 minutos dentro de un ataúd sumergido en una pileta, y ese modo superó el récord del egipcio Rahman Bey, con quien Houdini tenía un problema casi personal. Ese fue su último acto ya que iba a morir meses más tarde.

Este desafío no fue uno más. Fue la culminación de una carrera marcada por proezas imposibles, pruebas extremas y una obsesión por superar los límites humanos. Aunque el truco no fue la causa directa de su muerte, sí sintetiza su filosofía: vivir —y desafiar la muerte— como parte del espectáculo.

99 años

De Budapest al estrellato

Nacido como Erik Weisz el 24 de marzo de 1874 en Budapest, capital de Hungría —cuando aún pertenecía al Imperio Austrohúngaro—, Houdini emigró con su familia a Estados Unidos a los cuatro años. Asentados en Wisconsin, el joven Erik comenzó a trabajar desde muy chico, lustrando zapatos y vendiendo diarios.

Fue a los nueve años cuando la magia se cruzó en su camino. Su padre lo llevó a ver al mago itinerante Dr. Lynn, y esa experiencia lo marcaría para siempre. Al poco tiempo, Erik armó su propio espectáculo barrial y adoptó el apodo de Erich, el Príncipe del Aire y presentaba actos de contorsionismo y trapecio.

Más adelante se unió a circos ambulantes, y ya en Nueva York —donde la familia se mudó— encontró un texto que cambiaría su vida: Las memorias de Robert-Houdin. No solo lo llevó a adoptar el nombre artístico de Houdini, sino que lo sumergió de lleno en la historia de la magia como arte.

Cuando la magia roza la muerte

Houdini fue pionero en el arte del escapismo, una disciplina de la magia que él elevó a un nuevo nivel. Comenzó incorporando esposas, cofres sellados y camisas de fuerza a sus actos, y no tardó en convertirse en una sensación. El público quedaba atónito al verlo liberarse de sus ataduras en segundos, como si nada lo afectaran.

Uno de sus trucos más memorables consistía en sumergirse en una caja de vidrio que estaba llena de agua y cerrada y pedirle al público que contuviera la respiración junto a él. Mientras pasaban los minutos, la tensión crecía. Finalmente, se abría el telón para revelar a Houdini saliendo ileso, como si el tiempo no le afectara.

En otra de sus célebres hazañas, se dejaba colgar boca abajo desde una grúa o puente, envuelto en cadenas y candados, y escapaba de sus ataduras ante miles de espectadores que lo veían desafiar la gravedad y la lógica.

También protagonizó actos en los que se sumergía en aguas heladas, y luego salía a través de una capa de hielo, dejando a todos preguntándose cómo lo había logrado.

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El elefante que nunca volvió

Ya consolidado como el mago más famoso de la época, Houdini buscó diversificar sus shows. En uno de los actos más comentados, hizo desaparecer a un elefante de cinco toneladas en el Hipódromo de Nueva York. Cubierto por una manta y tras un disparo de pistola, el animal simplemente se desvaneció en el aire.

Hasta hoy, nadie ha podido explicar con certeza cómo lo hizo. Algunos dicen que ni siquiera los asistentes sabían el truco completo. Otro misterio que se suma a su leyenda.

La batalla contra los espiritistas

La muerte de su madre marcó un giro en su vida. Fue entonces cuando empezó a desarrollar una fuerte crítica hacia el espiritismo, una corriente popular en ese entonces que afirmaba poder comunicarse con los muertos.

Houdini se dedicó a desenmascarar médiums y charlatanes, e incluso mantuvo un fuerte enfrentamiento con Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes y ferviente creyente en lo sobrenatural. Se infiltraba en reuniones disfrazado, exponía engaños y ofrecía recompensas a quien pudiera demostrar poderes sobrenaturales reales. Nadie logró convencerlo.

Tan serio era en su cruzada que acordó con su esposa un mensaje secreto que solo un verdadero médium podría revelar después de su muerte. Ninguno lo consiguió.

El último truco

En julio de 1926, el mago Rahman Bey, quien decía contar con poderes sobrenaturales, logró permanecer una hora dentro de una caja metálica sumergida. Y luego de eso retó a Houdini. El famoso escapista, que nunca rehuía un desafío, decidió superarlo. Tras semanas de ensayo, convocó a la prensa y se sumergió en un ataúd de metal, el 5 de agosto, en la pileta del Hotel Shelton.

Cuando su asistente lo llamó por teléfono interno para decirle que había superado los 60 minutos, Houdini decidió quedarse. Pasó 91 minutos encerrado y sumergido. Salió tranquilo, con la victoria en el rostro.

Ese mismo 5 de agosto de 1926, horas después de superar el desafío propuesto por el egipcio, Houdini redactó una carta dirigida al doctor W. J. McConnell. El hombre era una fisiólogo de la Oficina de Minas de Estados Unidos que hasta 1996 era el ente gubernamental a cargo de conducir la investigación científica y el cuidado de los recursos minerales.

Houdini le escribió al fisiólogo porque asumió que los mineros podrían pasar por situaciones similares a la que él había padecido ese 5 de agosto.

En pocas carillas contó sensaciones físicas y mentales que experimentó durante la prueba. En ella describió los ensayos previos, las condiciones del ataúd, la cantidad de aire disponible, las temperaturas registradas y los efectos en su cuerpo. También compartió observaciones sobre la incomodidad, la irritabilidad y la importancia de su entrenamiento físico para resistir el encierro prolongado.

La carta, de tono técnico y meticuloso, fue utilizada por McConnell en estudios sobre técnicas de supervivencia para mineros atrapados. La carta que Harry Houdini escribió al Dr. W. J. McConnell luego de su experimento en el Hotel Shelton no fue simplemente una reflexión personal: fue un documento técnico, casi clínico, que buscaba aportar a la ciencia desde el espectáculo. Fue la última vez que hizo algo así.

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El golpe final

Poco después, durante una función en Montreal, fue golpeado en el torso por un estudiante que lo retó a resistir tres puñetazos. Lo logró, pero uno de los golpes habría dañado su apéndice. Houdini se agravó y fue internado el 25 de octubre. Murió a causa de una peritonitis el 31 de octubre de 1926, a los 52 años.

Como todo en la vida gran personaje, su muerte también está rodeada de teorías conspirativas. Algunas afirman que fue envenenado por espiritistas enojados por sus denuncias. Otros creen que simplemente su cuerpo ya no soportaba más pruebas de aquellas que lo habían consagrado.

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