Las mejores bromas cuando no había identificador de llamadas
Las bromas telefónicas que nunca olvidaremos
En tiempos donde todos cargan con un celular, se ha perdido la bonita costumbre de hablar a teléfonos fijos e incluso tener uno. Si bien no extrañamos hablar a casa de la novia, temerosos de que conteste la suegra, hay algo que sí extrañamos mucho, las bromas telefónicas.
Era un frío invierno de 1876 cuando un italo-americano llamado Antonio Meucci, inventó el teléfono. Lamentablemente, lo que tenía de visionario no lo tenía de rico, por lo que no pudo pagar el costo de la patente y el abusadillo desde chiquillo de Alexander Graham Bell se la ganó.
Hoy lo más cercano a bromas telefónicas se llama extorsión, hecho muy lamentable si te agarran en curva y no sabes reaccionar, pero recordemos algunas bromas cuando no había identificador de llamadas, y si bien algunas son bastante ingeniosas, no resultan nada divertidas.
Por eso, recorreremos el camino de los recuerdos una vez más para disfrutar de las mejores bromas que hacíamos por teléfono.
Las de los aparatos eléctricos.
– ¿Bueno?
– Qué tal, buen día. Hablamos de refrigerados Freeze. Una pregunta: ¿Su refrigerador está andando?
– Sí.
– ¡Pues agárrelo porque se le va a escapar!
-¿Hola?
– Hola, disculpe, una pregunta. ¿Tiene lámparas de pie?
– Sí, claro.
– Pues siéntelas, ya han de estar cansadas.
Las de los nombres y apellidos
-¿Bueno?
– Hola. ¿Familia León?
– No, está equivocado.
– Ah, perdón. Me equivoqué de jaula.
-¿Hola?
– Hola. ¿Está Chon?
-¿Qué?
-¿Está Chon?
-¿Qué Chon?
-Está Chon las mañanitas…
Las de negocios varios
-¿Hola?
– Buenas tardes. ¿Ahí lavan la ropa?
– No.
– Pues que cochinos.
La broma elaborada
-¿Bueno?
– Hola. ¿Está Paola?
– No, aquí no vive.
(Minutos después vuelves a marcar el mismo número, pero otra persona habla)
-¿Bueno?
-Hola, me podrías comunicar con Paola
-Está equivocado.
(Minutos más tarde otra persona vuelve a marcar)
-¿Bueno?
-Buenas tardes, sería tan amable de comunicarme con Paola.
-¡Aquí no vive ninguna Paola!
(Por último, marca de nuevo).
-¿Bueno?
-Hola, soy Paola. ¿No me ha hablado nadie?
– «Hola ¿esta Talanda?»
– ¿Que Talanda?
– Le debes contestar «Yo bien y usted?»
Si al leer esto sintieron lágrimas escurriendo por su rostro, dejen todo lo que están haciendo, tomen una vieja Sección Amarilla (que seguro tienen por ahí arrumbada), elijan un nombre al azar y, en palabras de los telejuegos, ¡llamen ya!
Daniel García