Opinión

Comercio y Aranceles en la Cuerda Floja

Comercio y Aranceles en la Cuerda Floja

Opinión no Pedida, por: Carlos E. Ricalde Peniche

Lunes 4 de agosto del 2025.

La relación comercial entre México y Estados Unidos ha sido uno de los pilares más estables y productivos de América del Norte en las últimas décadas. Sin embargo, hoy enfrenta una nueva amenaza: la posible imposición de aranceles tras un periodo de 90 días de gracia. Mientras ambos gobiernos intentan negociar en medio de presiones políticas y económicas, el libre comercio —que ha beneficiado a millones de trabajadores, consumidores y empresas en ambos lados de la frontera— se tambalea. ¿Qué significa mantener el libre comercio por ahora? ¿Y qué ocurriría si, pasado ese plazo, los aranceles se hacen realidad? El escenario está lleno de matices y consecuencias, tanto para México como para Estados Unidos.

Si en los próximos 90 días no se aplican aranceles, México gana un respiro. Esta opción permitiría que sigan fluyendo inversiones, aunque a menor ritmo, sobre todo en industrias como la automotriz, la electrónica y el agro, donde el país ha demostrado alta competitividad. Además, refuerza su imagen como un socio confiable en el marco del T-MEC, lo cual es crucial ante la tendencia global del nearshoring. Sin embargo, este lapso también pone de relieve la fragilidad de una economía altamente dependiente del mercado estadounidense.

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Más del 80% de las exportaciones mexicanas cruzan esa frontera. Si al finalizar el periodo se imponen aranceles, aunque sean moderados, muchas empresas enfrentarán mayores costos y pérdida de competitividad. Por ejemplo, una tarifa del 10% sobre autopartes o productos electrónicos podría llevar a que las grandes ensambladoras reconsideren su presencia en México, optando por países con menores tensiones comerciales. Y el golpe no sería sólo económico: miles de empleos y regiones enteras podrían verse afectadas, aumentando la presión social y migratoria hacia el norte.

Para Estados Unidos, no imponer aranceles durante estos 90 días ayuda a mantener bajo control los precios para consumidores y empresas. México es un proveedor clave de frutas, hortalizas, vehículos, insumos industriales y mano de obra integrada en las cadenas de valor norteamericanas. Mantener esa fluidez comercial permite a muchas industrias funcionar sin interrupciones ni aumentos de costos. Pero en el ámbito político, la presión por adoptar medidas proteccionistas está creciendo. En un contexto pre-electoral, los discursos sobre “proteger empleos estadounidenses” o “corregir desequilibrios comerciales” pueden llevar al gobierno a considerar los aranceles como una señal de fuerza, más allá de sus efectos económicos.

Si al final del periodo se aplican aranceles, los costos serán dobles: por un lado, mayores precios para el consumidor; por otro, interrupciones en cadenas de producción que
dependen de la eficiencia transfronteriza. Además, México podría responder con medidas similares, afectando exportaciones clave como el maíz, el trigo o productos industriales. Y no menos importante: la colaboración bilateral en temas sensibles —como migración, seguridad fronteriza o lucha contra el narcotráfico— podría deteriorarse si las relaciones comerciales entran en conflicto.

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El debate no es simplemente entre proteccionismo y libre comercio. Ambos países tienen razones legítimas para proteger sus economías, pero también un interés común en preservar la integración regional. México debe usar esta pausa para diversificar mercados, fortalecer su industria interna y reducir su dependencia del norte. Estados Unidos, por su parte, debería valorar la importancia estratégica de una región económica integrada y estable, frente a competidores como China o la Unión Europea. Un nacionalismo económico bien entendido no significa cerrarse, sino aprovechar la inserción internacional para fortalecer el desarrollo nacional. Y en eso, la cooperación es clave.

Concluyendo: los próximos 90 días, podrían cambiar el rumbo del libre comercio entre México y Estados Unidos el cual pende de un hilo. Si en los próximos 90 días se evitan los aranceles y se fortalecen los canales de diálogo, se habrá ganado mucho más que tiempo, se habrá reafirmado un compromiso mutuo con una relación comercial moderna, equilibrada y funcional. En cambio, si se opta por la imposición arancelaria, ambos países deberán enfrentar consecuencias económicas, políticas y sociales difíciles de revertir. El reloj ya está corriendo. Y lo que está en juego va mucho más allá del comercio: es el futuro de la relación bilateral más importante del continente.

 

PONTE XUX

1. Si exporta algo a US es porque vende a bajo precio. Si le imponen al producto un 20% de arancel, probablemente su demanda baje y si la quiere mantener o, incluso crecer, tendría que bajar el precio y tal vez deje de ser negocio la exportación.

2. No espere usted mucho apoyo de nuestro gobierno, porque en la práctica no es independiente ni soberano, ¡vamos a la deriva en el mismo barco!

 

 

 

 

Opinión-No-PedidaOpinión no Pedida, por: Carlos E. Ricalde Peniche / Correo-e: pibihua2009@gmail.com

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