¿López Obrador se retirará a su rancho?
¿López Obrador se retirará a su rancho?
El Jicote. Por: Edmundo González Llaca
Lo confieso, cuando escribo me divierto y me río, sensación y actitud que me gustaría que compartiera el lector. Que si no escribo algo que le aporte o lo ayude a formar su opinión, al menos que se la pase bien. Ahora no he podido.
Se dice que las cosas caen por su propio peso, pero a veces la vida no se conforma con dejar el destino a la inercia y nos presenta una imagen de la realidad, misma que es tan obvia y palpable que no necesita mayor interpretación. Es un peso que abruma. Dos imágenes me dejaron sin aliento: la bandera desgarrada, hecha girones por las aspas de un helicóptero del Ejército; plaza de toros llena de aficionados, en el ruedo la bandera mexicana, los espectadores cantando el himno, al final, gritando: “libertad”; “libertad”.
La primera estampa, una Patria tijereteada que parece estar cortada hasta por los que supuestamente tienen responsabilidad de protegerla; la gente gritando “Libertad”, “Libertad”, reclama el reconocimiento a su existencia; un llamado a la pluralidad y a la tolerancia.
Un país que al parecer ha perdido el camino y es incapaz de construir un mundo civil, democrático y fraterno, en su vida política, en sus instituciones, en su convivencia. Uno de sus principales actores, el Presidente de la República, parte de la idea, bastante primitiva, que la forma más segura de trascender en la historia, es destruir todo lo que tenga, precisamente, un reconocimiento de su repercusión histórica.
Se dice y se ofrecen miles de ejemplos: López Obrador es un mentiroso. Me parece injusto, no se vale, no se puede ser tan mal analista, es demasiado simplista, también es maniobrero y pendenciero. Mientras en Querétaro, con representantes de los tres poderes, se conmemoraba a la Constitución, en la Ciudad de México, con la asistencia de cuates y porristas, convocaba al entierro del texto.
Dicen los estudiosos del derecho, que una Constitución debe tocarse con las manos temblorosas, López Obrador tomaba un marro y tiraba mandobles a diestra y siniestra, no como un Ejecutivo de México, sino como un comandante de una tropa de ocupación.
Sus iniciativas de cambio constitucional, bien sabe que no serán aprobadas por no contar con los votos correspondientes en el Congreso. Dos son las principales teorías de la presentación de esas propuestas condenadas al fracaso: levantar una cortina de humo ante un ajuste de cuentas de su sexenio, en la que su principal compromiso, la supresión de la corrupción, ahora está coronada con graves acusaciones del tráfico de influencias de sus hijos y sus, llamémosles, “relaciones peligrosas” con el narco.
La otra hipótesis, para la presentación de estas iniciativas nonatas, es que no se conforma con elegir a su corcholata, Lady Anticarisma, sino que también le proporciona los temas que deben ser la plataforma electoral de todos los candidatos a cargos populares; el bastón de mando era de mentiritas.
Las elecciones se convierten en un referéndum: lo que deciden los electores es fundamentalmente una serie de iniciativas de ley; elecciones plebiscitarias, el voto se concentra en una única persona, él mismo. En su egocentrismo el Presidente desearía además de elegir corcholata y plataforma electoral, para asegurar el triunfo en las elecciones, pagaría por salir en el intermedio del Súper Bowl.
Hay una falta de respeto de Morena a la opinión pública nacional, imagina que todavía no cambia los dientes de leche y se le puede engañar con un cuento infantil. Obviamente nadie considera, como promete, que López Obrador vaya a retirarse. ni siquiera mandará la banda presidencial a la tintorería y la traerá lista y sudada bajo la guayabera.
En el caso que el Congreso, en junio, sea dominado por Morena, consciente del apoyo de los electores a sus iniciativas legales y a su persona, apoyado por su voto duro, puede invocar la revocación de mandato y regresar de su rancho a dominar la política nacional. Su delirio de perpetuarse en el poder sólo podrá ser impedido por el voto ciudadano en las elecciones.
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El Jicote, por Edmundo González Llaca.
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