Señor presidente, permítame darle las gracias
Señor presidente, permítame darle las gracias
El Jicote, Por: Edmundo González Llaca
Lunes 23 de Septiembre de 2024
López Obrador no cambia sino que sólo se actualiza. Nos obliga a hacer lo mismo. No puedo decir con la canción de que antes de conocerlo lo adivinaba, pues ya lo conocía como alumno, pero reconozco que ha superado todas mis sombrías expectativas. Todavía no se va y ya siento que lo extraño. No soy el único, también lo extrañan sus ujieres, bendecidos con cargos en su gobierno e ingresos de la burocracia dorada, que asumen sus altas responsabilidades con los grandes méritos de abrir puertas, acomodar sillas y colocar micrófonos.
También lo van a extrañar los narcos con sus recomendaciones de abrazos no balazos y en el remoto caso que sigan matando e incendiando camiones, pues que su abuelita les dé de pantuflazos. Lo van a extrañar las papelerías que vendieron sobre amarillos, donde mejor caben las aportaciones voluntarias para su causa y la de sus hermanos.
También lo van a extrañar los medios de comunicación, los analistas políticos, los humoristas y los psicólogos especialistas en problemas de personalidad y. algo increíble, todos estos especialistas, no son solamente mexicanos sino que también tiene su público cautivo en el extranjero. Dejará en la comunicación masiva mundial un vacío difícil de llenar.
Ante el extrovertido presidente, todos teníamos, desde la mañana, un material exuberante para analizar, criticar y reírnos. Una razón que impulsaba la chisporroteante y cascabelera verborrea, es que el Presidente estaba consciente que Trump, como Presidente, le pisaba los talones en el liderazgo de decir mentiras, Su aspiracionismo para no ser rebasado y mantenerse como el gobernante más mentiroso del mundo, es de reconocer. Al finalizar su sexenio se mantiene imbatible.
Había ciertamente le necesidad de hacer un esfuerzo intelectual bastante simple, el primer paso era separar sus mantras: “No somos iguales”; “Se quedaron callados como momias”; “Tengo otros datos”; ¿Cuánto gana Loret?”. “Por encima de la ley, está mi autoridad moral”. Después había necesidad de confirmar lo que decía, pues era tal cantidad de falsedades y despropósitos, que siempre quedaba la duda si sus metidas de pata eran de su autoría o de la inteligencia artificial que se había descompuesto.
También implica un esfuerzo elegir entre sus múltiples ocurrencias. La última, enviar una buque con marineros, soldados y diversos especialistas, aproximadamente cien, a buscar las reliquias de un crítico de Díaz, enterrado en una isla de Panamá. A las mujeres que buscan a sus desaparecidos ni siquiera las recibió. Es lo que el Presidente denomina: “humanismo mexicano”
Si fuera por el Presidente nos sentaría como niños en sus rodillas y nos trataría de convencer que su indiscreción de publicar el celular de una periodista, no es ni ilegal ni representa ningún problema: “Que cambie de número celular”. Dignos discípulos son sus correligionarios, que sugieren a los críticos de la Cuatro Té: “Si no les gusta este gobierno, cámbiense de país”. Algo que, por cierto, ya lo hicieron en la frontera sur, yéndose a Guatemala.
En fin, Señor Presidente López Obrador, disculpe si plagio el nombre de su libro: “Gracias”. Lo invito a que me disculpe por el plagio, pero no encuentro mejor palabra: “Gracias, gracias por otorgarnos tantos temas para escribir, hacer caricaturas y estimular al pueblo mexicano en la práctica de su reconocido humor. Gracias por facilitarnos nuestro trabajo, con boberías que no necesitan de análisis, ni políticas chambonas que ameriten más explicación. Gracias por no orillarnos a pensar para desmenuzar sus acciones, ni explicar a la opinión pública chistes que se cuentan solos.
En compensación a mi plagio, le recomiendo que su libro, en lugar de titularlo: “Gracias”, cámbielo por: “Perdón”. Perdón por el desprecio que tiene a sus simpatizantes llamándoles; “mascotas, ignorantes”; perdón por salpicarnos majaderías y la baba verde de sus resentimientos. Perdón por imponernos a Lady Anticarisma y a su hijo, orgullo de su nepotismo. Le tengo una mala noticia, salvo unas cuantas acciones políticas dignas de reconocer, el daño que le ha hecho al país, no tiene perdón de Dios.
Señor, Señor, Señor, Señor, Señor, Señor
El Jicote, por Edmundo González Llaca.
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