Encuestas de morena ¡ja! ¡ja!
Encuestas de morena ¡ja! ¡ja!
El Jicote, Por: Edmundo González Llaca
Martes 26 de agosto de 2025
El presidente, escribía Octavio Paz: “Reúne el misticismo de Cuauhtémoc y las armas de Cortés”. En el PRI, de manera más pragmática, bautizaban al presidente como: El Reglas”. Auténticamente como en la canción de José Alfredo, “Su palabra es la ley”.
Cuando hablaba era infalible y no admitía la blasfemia de una duda. En el interior del PRI se ilustraba esta realidad con la siguiente anécdota: Dos priístas discutían, uno sostenía que los cocodrilos al salir de su hábitat se desplazaban arrastrándose, otro sostenía que, al contrario, al salir del agua se echaban a volar. “Estás loco” le comentó el primero, el segundo, sin inmutarse, argumentó: “Pues lo acaba de decir el presidente”. El segundo, un poco turbado, se pone en cuclillas, se ayuda con la palma de la mano y dice: “Bueno, sí, sí vuelan, pero bajito, bajito”.
Siempre he sostenido que el priísmo, no identifica la pertenencia a un partido, sino toda una cultura política; en Morena, desbordante de ex priístas, de entrada, a su prócer, que hasta fue líder del PRI en Tabasco, practican esta tradición. Con especial vehemencia, aunque sin gracia, la Presidenta Sheinbaum, es dueña de la última palabra; el fiel de la balanza en la lucha electoral interna.
Por ello, me sorprendieron las declaraciones de los precandidatos de Morena al gobierno del Estado, todos con estudios superiores a la licenciatura, cuando afirman entusiasmados su ambición de ser candidatos al gobierno del Estado. No muy convencidos agregan, el estribillo: “Si la encuesta interna me favorece”.
Les voy a decir dos verdades, son muy duras, de esta forma mi sugerencia es que si están parados mejor se sienten, incluso se coman un bolillo para que no se les derrame la bilis. ¿Preparados? Insisto, son dos verdades muy duras: “No existe Santa Claus”, son los papás. Segunda verdad, igual de dura que la anterior: “Quien va a decidir a la persona que será el pre candidato de Morena al gobierno del Estado de Querétaro, no será la encuesta, sino a quien designe la Presidenta”.
Quienes rodean a los precandidatos, si ante estas verdades los ven muy mal, les sugiero que apliquen esos primeros auxilios que de niño me parecían tecnología de punta de la ciencia: “Échenles aire y frótenlos con alcohol”.
Pero esta idea de la poca credibilidad de las encuestas, no solamente se aplican a los partidos hegemónicos, también es utilizada por los gobiernos. Churchill afirmaba: “Solamente creo en los resultados de las encuestas que yo mando a hacer”. Hace poco el ex gobernador Enrique Burgos, en una entrevista que dio a Plaza de Armas, a la pregunta sobre las encuestas, con su estilo prudente que siempre lo distinguió en la vida pública, afirmó, palabras más palabras menos: “Es necesario investigar quién solicitó al proveedor de la encuesta”.
Mi deseo es que tengamos candidatos competitivos de todos los partidos y alianzas, la mentira corre como hilo de media en la política. Empiezan por afirmar que la decisión del candidato al gobierno será por una encuesta, luego se siguen echando porras a los delincuentes: “No estás solo, no estás solo”. Acaban tratándonos de convencer que tenemos servicios de salud como Dinamarca; que las fuerzas armadas están en los cuarteles.
Finalmente, pretenden persuadirnos que los miembros de Morena se dan esos lujos en sus viajes porque gastan su propio dinero y no de nuestros impuestos.
No nos den atole Bienestar, mal empieza la semana para quien ahorcan el lunes. No inicien sus precampañas al gobierno del Estado en modo hipócrita: “Lo que diga la encuesta”. Sostengan la seriedad de su precandidatura con verdad y honestidad.
Sería el mejor principio para observarlos en serio. Cuando les pregunten sobre sus aspiraciones en las próximas elecciones, simplemente ratifiquen su deseo de gobernar Querétaro y guarden silencio; si quieren pueden volver los ojos al cielo como pinturas del Greco. Los votantes sabremos comprender, antes el PRI y ahora en Morena, la realidad política interna es la misma: Los cocodrilos vuelan.
El Jicote, por Edmundo González Llaca.
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