Pelearse con los aliados/ Ángel Dorrego
Pelearse con los aliados/ Ángel Dorrego
Ángel Dorrego.- Comenzamos esta semana con una lista de periodistas que supuestamente recibieron canonjías del gobierno de Enrique Peña Nieto. Digo supuestamente porque en realidad era una enumeración de las cantidades que han recibido por contratos gubernamentales a empresas de medios a las que se encuentran ligados, y no propiamente “chayotes”, que es como se le dice coloquialmente en el mundo político y periodístico al soborno que reciben comunicadores por tener una opinión favorable hacia el gobierno que les paga. Pero eso no fue lo más sorprendente de la lista, sino que aparecieran en ella personajes como Federico Arreola o Ricardo Rocha, que han sido abiertos defensores del actual presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, en su largo camino para acceder al cargo máximo del ejecutivo federal. El mismo Rocha se presentó a una de las conferencias matutinas del presidente para aclarar la situación; y de los motivos por los cuales se ha mostrado crítico a este primer tramo del ejercicio de la administración del presidente.
Por otra parte, la semana anterior, el economista marxista y abierto hombre de izquierda, Julio Bolvitnik, investigador del Colegio de México, se presentó en una serie de foros en el Congreso de la Unión en los cuales reprendió duramente el Plan Nacional de Desarrollo, argumentando que ni siquiera era un plan. Esto lo llevo a liarse a gritos con una legisladora del Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Lo verdaderamente sorprendente de estas respuestas hacia los críticos del actual del gobierno es que, de hecho, son defensores de la nueva administración y han manifestado que esperan lo mejor de ella. Sin embargo, también se muestran críticos en espera de que se corrija a tiempo con el fin de que se logré un gobierno exitoso e históricamente relevante. Pero la crítica parece que no ha sido bien recibida, incluso viniendo de personajes afines al presidente y su movimiento.
Esto me recordó a un periodo de la Revolución Francesa conocido como la Época del Terror. No quiero spoilear esta interesante historia, que le recomiendo buscar por ser un momento ilustrativo de cómo se da la radicalización de un movimiento. Basta decir que, después de la ejecución por vía de la guillotina del depuesto rey Luis XVI, se nombró un consejo para gobernar en el que destacaba Maximilien Robespierre. Ante la creciente presión interna derivada de la crisis económica que vivía Francia, la cual se veía acentuada por las toma de decisiones de las clases acomodadas; a lo que se sumaba la amenaza de otras monarquías de invadir para acabar con el levantamiento que le costó la vida a un rey y a su reina, decidieron que no había más espacio para la disidencia en ese momento, por lo que comenzaron a castigar con la guillotina a las voces críticas, que muchas veces venían de su propio bando. Como mencioné, una historia interesante, sobre todo por uno de sus elementos finales: Robespierre y sus aliados terminaron pasando también por el célebre aparato de pena capital.
Por supuesto que no se insinúa que el actual gobierno busque guillotinar a sus críticos, pero parece que la intolerancia a la crítica interna ha llegado muy pronto. Es normal en nuestra breve y convulsa historia democrática que en algún punto el presidente en turno y su administración den muestras de abierta molestia hacia la crítica de sus detractores. Pero no ha sucedido con las disidencias internas. En mi punto de vista, si bien a nadie le gusta ser criticado, y nos ha tomado años que los participantes de la vida pública desarrollen tolerancia al respecto, con mayor razón se debería de tener cuando viene de quien te apoya. Estamos en la fase inicial de la administración y la llamada cuarta transformación apenas se encuentra en etapa de instrumentación. Todavía no tienen encima el máximo índice de presión en la opinión pública, que inexorablemente llegará en algún punto en que sus principales políticas públicas se encuentren en operación. No es un buen momento para un simbólico corte a las cabezas de los que critican este gobierno, pues cuando se saca la guillotina como medio de disuasión, se puede acabar como Robespierre.
Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.
Correo para el público: adorregor@gmail.com
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