Nacional

Saber ponerse con Sansón a las patadas/ Ángel Dorrego

Saber ponerse con Sansón a las patadas/ Ángel Dorrego

El presidente de los Estados Unidos de América (EUA), Donald Trump, amenazó de forma directa al gobierno mexicano con que implantará un impuesto del 5% a todos los productos mexicanos que ingresen a su país a menos que México detenga de manera mucho más eficiente el flujo de migrantes centroamericanos que llegan a su frontera por el territorio mexicano, así como el traslado de drogas ilegales. Poco le importan todas las reglas de comercio internacional que rompe con esta medida. Y piensa aumentar dicho porcentaje 5% por mes hasta que México cumpla con lo que él considera su responsabilidad. Son hechos sabidos que lo hace porque se encuentra en la antesala del lanzamiento de su campaña por la reelección, sabiendo que entre su público objetivo de votantes se observa a México como uno de sus villanos favoritos, si no es que el que más. Además, somos particularmente vulnerables, ya que la sola declaración ya tuvo impactos económicos negativos para México, como el aumento en la cotización del dólar con respecto a nuestra moneda nacional.

En México las reacciones han oscilado desde el pánico en los mercados y círculos económicos hasta reacciones de nacionalismo desmesurado. El pánico debe tener matices, debido a que no nos conviene hacer todo lo que Trump se le ocurra. En algún momento nos pusimos a ayudar a Estados Unidos a tratar de contener desde nuestro territorio la inmigración ilegal hacia el suyo, con ciertas canonjías para nuestro lado de por medio. Se puede juzgar si el trato es justo, pero eso habla de cooperación en algún nivel. El problema con Trump es que su táctica muchas veces es la del primero y diez: una vez que alcanza una meta por vía de la amenaza y la coacción, no tardará en solicitar lo que según él sigue en su imprevisible lista de pedidos. Por el otro lado, he escuchado voces que llegan a decir que se haga un boicot a los productos estadounidenses y que, en el último de los casos, ellos nos necesitan más a nosotros que nosotros a ellos. Me imagino que dejáramos de consumir colectivamente el híper azucarado refresco de cola de una famosísima marca estadounidense. Los que sufrirían las consecuencias son los trabajadores mexicanos que se dedican a la producción, distribución y venta de dicho producto, que sería sustituido por nada hasta el momento, tendríamos que ver cómo lo resolvemos porque no hay plan todavía al respecto. La refresquera cortaría pérdidas despidiendo a dichos empleados. Suena bonito, pero las perspectivas no son tan halagüeñas en la práctica.

El tema no es tan sencillo como eso, ya que nos enfrentamos a un esquema de negociación con una súper potencia dirigida por un empresario obstinado, protagónico y falto de cualquier filtro diplomático. Reaccionar a los arranques de Trump es un acto de adivinación debido a su impredictibilidad y poco respeto por acuerdos y normas. Básicamente es un bully con mucha ventaja, ya que su economía es aproximadamente 17 veces la nuestra. Amenaza porque se siente ganador, y sabe que en una batalla cara a cara puede resistir mucho más tiempo que nosotros. Según datos del Observatory of Economic Complexity, el 73% de las exportaciones de México van hacia los EUA. Prácticamente somos una tienda que depende de un solo cliente. Además, el 51% de lo que compramos de importación viene de nuestro vecino del norte. Apenas la mayoría, pero la mayoría al fin. Por su parte, Estados Unidos sólo le compra a México el 14% de sus importaciones y le envía el 15% de sus exportaciones. La respuesta fácil sería venderle a alguien más, pero eso no es ni sencillo ni rápido. Hay que tender puentes con otros países, buscar vías para facilitar el comercio, firmar acuerdos, planear los impactos en el mercado. Eso lleva años, como los llevó elaborar el Tratado de Libre Comercio, todavía vigente, por cierto. Y le aviso que no hemos empezado a elaborar un plan grande al respecto.

El punto aquí es que necesitamos elaborar estrategias que nos permitan lidiar con la áspera relación que estamos teniendo con los EUA en su actual administración para no ser sorprendidos de esta manera y que no convenga a la potencia vecina chantajearnos con tanta frivolidad. Como ya he dicho, no es para nada sencillo, se necesita del mejor trabajo de nuestros cuadros dedicados a las relaciones exteriores y el comercio internacional, entre muchos otros especialistas asociados a estas actividades, con el fin de tener manera de paliar estas incesantes amenazas. No basta con tratar de mantener una relación medianamente respetuosa con los EUA esperando recibir lo mismo a cambio. En este momento no va suceder. Lo que tenemos que decidir es si acatamos sus permanentes exigencias, nos ponemos con Sansón a las patadas o somos tan inteligentes como David, que supo buscar el camino para competir en una pelea con un gigante.

Educación

Por Ángel Dorrego

Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.
Correo para el público: adorregor@gmail.com

Foto agencias el Contribuyente