Opinión

La derrota del estado mexicano en Culiacán: Ángel Dorrego

La derrota del estado mexicano en Culiacán

Por Ángel Dorrego.- Las fuerzas de seguridad del estado mexicano han sido derrotadas. El secretario de seguridad ciudadana, Alfonso Durazo; y el general secretario de la defensa nacional, Luis Crescencio Sandoval; decidieron que era mejor dejar escapar a un líder del crimen organizado que enfrentar una batalla que ya tenían cuesta arriba. Ellos alegan que fue para no exponer a la población de Culiacán. Yo no creo que se sientan muy seguros después de ver lo que vieron y vivir lo que vivieron. Deben sentirse más expuestos que nunca. Sin embargo, esta decisión estratégica tomada de modo coyuntural tendrá consecuencias funestas para nuestro país por un periodo indeterminado de tiempo, y es posible que empeoren si la política se seguridad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador sigue dando traspiés de este tamaño.

Desde que el presidente López Obrador ganó las elecciones, mi pronóstico fue negativo en dos temas específicos: las relaciones exteriores y la seguridad. La primera porque nuestro presidente no entiende el mundo globalizado, tanto que manifiesta abiertamente como su mantra que la mejor política exterior es una buena política interior. El resultado se refleja en que los Estados Unidos nos están dictando impunemente la política migratoria que debemos tener. Ni quién se acuerde de aquello de la soberanía. En el tema de la seguridad, López Obrador se definió más por lo que no iba a hacer que por lo que pensaba ejecutar. Según su punto de vista, seguir una estrategia contraria a la de sus antecesores le daría resultados contrarios. Si el enfrentamiento no había dejado algún avance, evitarlo permitiría mejor acercarse a los jóvenes con apoyos en formas de becas y lecciones de moral para que no se unieran al crimen organizado. Para que esto fuera cierto, el problema tendría que ser de apreciación de valores, pero desgraciadamente su naturaleza pasa primero por la falta de oportunidades de auténtico desarrollo económico y la dinámica de una industria clandestina con ganancias envidiables.

Simplemente no se puede curar una enfermedad si el diagnóstico es incorrecto. Si usted padece de colitis y su médico lo trata por lo que él cree que es una infección estomacal, algunos de sus síntomas se paliaran con los medicamentos, pero después seguirá usted sufriendo de colitis. Si su diagnóstico para enfrentar una ola de violencia criminal es no confrontar y tratar de convencer a la gente de que está mal, un día los cuerpos de las organizaciones criminales, que tuvieron tiempo de entrenarse y armarse, van a llevar la delantera cuando el conflicto sea inminente. Eso fue lo que sucedió en Culiacán. El hijo de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, llamado Ovidio, fue localizado por fuerzas de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Guardia Nacional (GN). Lograron capturarlo. Entonces las fuerzas paramilitares que responden al grupo que pertenece Ovidio Guzmán cerraron los accesos a la ciudad, atacaron directamente a las instituciones de seguridad local y sacaron 51 reos de la cárcel. ¿Y las fuerzas federales? Claramente no esperaban esto, aunque es labor de sus cuerpos de inteligencia saberlo. Se vieron rebasados por la capacidad de los paramilitares del bando contrario para sitiar la ciudad. Entonces se liberó al objetivo. El estado mexicano fue derrotado, lo cual nos pone en el ojo internacional como un serio conato de estado fallido. Se demostró que hay territorios donde el estado no es capaz de hacer cumplir la ley.

El cálculo, por llamarle de algún modo, fue que tratar de persistir llevaría a una masacre, por lo que mejor era no exponer a la población de Culiacán. En estos casos, el cálculo no se hace sobre un evento, sino sobre una estrategia general. O sea, se hace una prospectiva de cuánto daño se hace si se persiste en la acción contra las consecuencias de no hacerla, y se trata de elegir la alternativa menos dañina. Chamberlain, primer ministro inglés en 1938, trató de evitar a toda costa una guerra con Hitler porque sabía que ésta iba a tener las dimensiones de lo que en ese momento recordaban como la Gran Guerra. Esto sólo ayudó a los nazis a fortalecerse y ganar territorio, por lo que la guerra que hubo que pelear después fue todavía más grande y sangrienta. Por eso los ingleses recuerdan a Churchill, quien sí decidió combatirlos. Pero la decisión de Culiacán se tomó en cuenta sólo el periodo inmediato. Esto refleja una cadena de decisiones tomadas pensando sólo en el corto plazo. Si no podían sostener la detención, no debieron iniciarla. Si no tuvieron el trabajo de inteligencia, las fuerzas de reacción a la orden y la comunicación estratégica, el retiro puede lucir como la mejor decisión, pero eso está a reserva de lo que suceda en el futuro. Véalo usted como el dilema que convierte a Peter Parker en Spiderman. Decide no detener a un ladrón cuando tiene la oportunidad porque no lo considera su trabajo. A la postre, este simple ladrón termina asesinando a su tío. Spiderman comprende que su omisión derivo en una muerte evitable. Habrá que ver si hay muertes evitables que se desprendan de este hecho, y si rebasaban a las probables de ese día. Pero ahora, las muertes derivadas de esta inacción hay que contárselas al gobierno federal.

Ahora habrá que afrontar las consecuencias de la decisión. Entre los muchos eventos que se pueden derivar o estar relacionados con este hecho, hay que mencionar que se le acaba de entregar un cheque en blanco al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Si su retórica ya era agresiva en contra de nosotros, hoy tiene un motivo para descalificarnos como poco confiables en asuntos de seguridad para los fines que mejor le convengan en su momento. Otro es el problema de la inversión. Es difícil que alguien apueste sus recursos en un lugar donde el estado de derecho está en entredicho ante la potencia de las organizaciones criminales. Si no se puede garantizar la certeza del imperio de la ley, no habrá oportunidad para el desarrollo de actividades productivas que generen recursos para el progreso material de los ciudadanos. Y, para sorpresa de nadie, el crimen organizado será la mejor oportunidad de una vida decorosa, incluso si es corta. Además, me parece que las tropas paramilitares vencedoras deben tener muy alta la moral, e incluso otras fuerzas armadas ilegales han visto que es posible vencer al estado mexicano, así que hay un incentivo claro para intentarlo. Por el otro lado, los efectivos del ejército y la GN deben sentirse expuestos ante la probada inferioridad que demostraron los eventos. Lo mismo va para todas las fuerzas de seguridad pública del país. Y no podemos pasar por alto la sensación de inseguridad entre los ciudadanos, que de por sí ya era alta, y es probable que aumente en próximas fechas, sobre todo en zonas cercanas al conflicto. Éste es un valor intangible que es fundamental si se quiere construir una gobernabilidad democrática, pero vamos en sentido contrario.
La esperanza que tenemos es que el enfoque de seguridad del gobierno cambie. No basta con que se reúna el gabinete del área todos los días si no cuentan con correcta información estratégica para la toma de decisiones basadas en un plan que tenga parámetros de rendimiento en distintas etapas. Así sólo son la típica oficina de nuestro país: todos pasando muchas horas resolviendo “bomberazos” sin hacer una estrategia que les permita maximizar los recursos y adelantarse a los hechos. Un plan de acción que admita que nuestro mayor problema radica en la violencia y que lo primero que hay que hacer es detener este flagelo, acompañándolo de políticas públicas pertinentes y probadas como la ampliación de sustancias legales a partir de principios científicos, evitar la criminalización de los consumidores de drogas ilegales y atacar los recursos financieros de los grupos delictivos. Además, la construcción de una cultura de la paz basada en la igualdad de los ciudadanos ante la ley, no en esquivar los conflictos. Tendríamos que ver más de esto y menos de la Sedena inventándose índices de letalidad a modo, el gabinete de seguridad discutiendo si cuentan más o menos muertos diarios por metodología y al presidente desorientado en el tema. Porque hasta ahora, el fuchi y el regaño de mamá no han funcionado.

Educación

Por Ángel Dorrego

Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.
Correo para el público: adorregor@gmail.com

Foto Centro de Información de la ONU – CINU México