Ahí nomás tras lomita…
Ahí nomás tras lomita…, por Andrés González Arias
Si este año 2023 es de los pre destapes, el 2024 será de los pronunciamientos, de las definiciones, de las campañas y por supuesto, será el año de las elecciones, tal vez las más importantes en la historia moderna de México. Ahí, Ahí, Ahí, Ahí, Ahí, Ahí, Ahí, Ahí, Ahí
Los estados de Querétaro y Guanajuato van en eso también, aparejados.
Será el tiempo de los políticos, buscadores de reflectores y convertidos en superestrellas, vendrán a ganar voluntades. Y nos coquetean con sus supuestas cualidades.
Y los equipos se arman, vienen con coordinadores de campaña, con frases lapidarias para convencer, con una enorme disposición “para servir a su pueblo”.
En estos días de asueto decembrino, visité Dolores Hidalgo, Guanajuato, la tierra de José Alfredo Jiménez, el bohemio de bohemios y el más grande compositor de la canción vernácula de habla hispana.
Y claro, visité la casa de José Alfredo Jiménez, convertida hoy en Museo, ahí conocí a dos de sus sobrinos directos, a José Guillermo Azanza Liera y a Enrique Eduardo Azanza Liera, hijos del Lic. José Azanza Jiménez, primo hermano de José Alfredo Jiménez.
Esta casa museo fue fundada por Pepe Azanza y la tradición, conservación y mejora de esta, la tienen ahora Guillermo y Enrique.
Su padre Pepe, fallecido hará ya casi siete años, fue – además de primo de José Alfredo Jiménez – uno de los políticos más queridos de Dolores Hidalgo, su ciudad natal y de la que fue presidente municipal hasta en dos ocasiones, diputado federal y diputado local.
Y agarramos la plática.
“En una ocasión, mi padre nos comentó que, cuando fue candidato a diputado federal por un distrito que no era el suyo, le dijo a José Alfredo:
-Oye, esto va a estar muy difícil. Mucho muy difícil.
Yo te apoyo en lo que quieras. ¿No te sirve – le dijo José Alfredo – que te vaya yo a abrir campaña?
-Claro y por supuesto que me sirve”.
Esta vez fue una de las cuatro campañas que ganó. Y con lujos como este en la persona de José Alfredo y la personalidad política y humana de Pepe, todo fue más fácil.
De ese tamaño también era José Alfredo.
El Museo cumplirá en este, quince años de haber sido fundado. Y ahí, serán recordados los primeros cincuenta años de la muerte de José Alfredo, muerto en 1973. Para esta fecha tan especial, los Azanza Liera preparan muchas innovaciones digitales, mejoras que se harán a todas las salas y todas evocan la figura egregia de José Alfredo.
Cuando lo recorrimos, durante todo el trayecto se oye la música del compositor guanajuatense. “Paloma Querida” compuesta a su esposa Paloma Gálvez; quién no ha oído “Ella” o la muy enorme de “El Jinete” que desgarra el alma de quién la escucha. Y dedicada desde luego a la mujer. Y todas, cargadas de amor y sentimiento, o resentimiento.
Pero el recuerdo de su padre, de Pepe Azanza, va aparejado con el de José Alfredo.
Oye Pepe – le decía la gente – entonces ¿Tú eres político?
No, yo soy servidor público.
“Y es que nuestro padre si era de esas personas que podía caminar libremente por las calles de Dolores Hidalgo sin que nadie le mentara la madre. Y es que, cuando tú sales de la función pública, vuelves a ser ciudadano y eso a muchos de nuestros políticos se les olvida. Hay quienes salen con mucho dinero, practican solo la “ley del azadón”. Y otros dejan el cargo para seguir siendo las mismas personas”.
Tanto Guillermo como Enrique, cuando hablan de su padre, lo hacen con un profundo respeto y admiración. En ocasiones sus ojos parecen mojarse por el brillo de alguna retenida lágrima.
“Dicen que la política te cambia. No, yo creo que la política te muestra tal y como tú eres. Él y desde el Congreso de la Unión, fue el impulsor de la frase “fumar es causa de cáncer”.
Pepe Azanza formó una de las familias más queridas y respetadas de Dolores Hidalgo. Se casó con Brenda Liera y tuvieron a José Guillermo, Enrique Eduardo – los entrevistados – y sus hermanas, Elsa Brenda y Patricia Dolores.
Los dos mayores administran el Museo, constituido en Asociación Civil que ahora es visitado por más de mil personas diariamente. “Este museo y en particular Paloma, no está haciendo con esto ningún negocio. No dependemos del gobierno ni para restaurarlo ni para mantenimiento. Para los artistas guanajuatenses, todo es gratuito y sin costo alguno”.
Cundo murió Pepe Azanza, fue llorado por un pueblo que de verdad lo quería. Cuando murió José Alfredo Jiménez – y aquí en el panteón municipal de Dolores tiene su tumba que es tan visitada como el mismo Museo – ese día y también “los mariachis callaron” junto con todo México.
Que historias – la de Pepe Azanza, la de José Alfredo Jiménez – los dos grandes, enormes guanajuatenses, mexicanos ambos.
Andrés González Arias
Periodista de toda la vida, egresado de la escuela Carlos Septién García, catedrático en la Universidad de Guanajuato, analista político en radio y prensa escrita, además de Premio Estatal de Periodismo en el 2000.
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