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Arrepentirse de ser madre: el blanco de duras críticas

La socióloga israelí Orna Donath explora este tema: Arrepentirse de ser madre; que la ha convertido en blanco de duras críticas.

Se llama Orna Donath (1976) y se ha atrevido a hablar en voz alta de un tema tabú: el de las madres que, tras echar una mirada atrás, llegan a arrepentirse, se han dado cuenta de que quizás no hubieran escogido el camino de la maternidad. Y no es que no amen a sus hijos. Es que tal vez cedieron a la presión social y a la falsa creencia de que una mujer solo está completa si trae al mundo a un ser humano.

Donath, socióloga e investigadora de la Universidad Ben-Gurion del Néguev, acaba de publicar Madres arrepentidas (en España fue editado por Reservoir Books el pasado septiembre), el resultado de una tesis doctoral para la que entrevistó a 23 mujeres judías que se sinceraron con ella y le confesaron ese terrible secreto que las atraviesa desde hace mucho tiempo.

La investigación de Donath surgió de la curiosidad por la urgencia social que tienen las mujeres de Israel de ser madres, y la ha convertido en blanco de todo tipo de críticas despiadadas, pero ella no se amilana.

«Muchas de estas historias han sido silenciadas por este sistema social», dice. Y sentencia: «El instinto maternal es una idea política usada para alinearnos». Hablamos con Donath sobre su polémica investigación.

¿Cuál es, hoy, el contexto histórico, religioso y político de Israel en lo que respecta a la maternidad?

Este contexto histórico y político significa que los niños parecen ser la respuesta al miedo a la muerte y a un postrauma colectivo. No estoy desestimando este miedo (o estado emocional colectivo) pero sí pienso que como sociedad tenemos que preguntarnos quién paga el precio de estas presiones. ¿El bienestar de quién se está sacrificando o descuidando?

Pero, ¿esto puede extrapolarse a otras culturas?

Aunque Israel tiene su historia específica, presionar a las mujeres a ser madres en el nombre de la nación no es exclusivo de Israel. Todas las sociedades necesitan nacimientos de niños y necesitan usar a las mujeres para su propio beneficio. La diferencia está en la forma de hacerlo: de manera pública o escondida.

¿Qué pasa con la maternidad en la cultura occidental?

El patriarcado y el capitalismo necesitan mantener la imagen de la maternidad como un reino sagrado, como la única y natural esencia vital de la mujer. Un ejemplo de esto es que para que la gente (los hombres) puedan tener sus fortunas, su prestigio y su estatus como hombres ‘normales’ (trabajadores o padres de familia, sobre todo), alguien tiene que estar ‘tras bambalinas’ para asegurarse de que todo les salga bien: las mujeres.

Sin embargo, definitivamente hay mujeres que sí desean tener hijos…

Claro que sí. Y lo que dije no significa que no creo que haya mujeres que no experimenten la maternidad como la cosa más hermosa que les haya pasado, junto con sus dificultades. Hablo de un panorama macro que crea sufrimiento en incontables mujeres cuyas historias son silenciadas por este sistema social.

Entonces, ¿cómo se manipula el arrepentimiento y la culpa en cuanto a ser madre?

El arrepentimiento puede usarse para mantener los valores de una sociedad. Desde este ángulo, es el perro guardián de la hegemonía, un mecanismo normalizador cuyo objetivo es ‘restaurar’ a cada uno de nosotros para ‘volvernos buenos’ nuevamente. (Arrepentirse de un crimen, por ejemplo puede ser vital en una condena judicial; también lo es en el catolicismo).

La pregunta es cómo se usa el arrepentimiento en una sociedad que motiva el nacimiento. A las mujeres les dicen que terminar su embarazo seguramente las llevará a lamentar su decisión y a experimentar un arrepentimiento doloroso. Esta historia social deja poco espacio para otras emociones que sienten las mujeres después de abortar: alivio, por ejemplo.

Otro caso es que a las mujeres, especialmente las que tienen más de 30, las atrapan en un juego mental de advertencias y amenazas: «Se te acaba el tiempo para hacer una familia». A la luz de estas profecías apocalípticas, el arrepentimiento futuro se retrata como el peor escenario imaginable. Esta presión se intensifica cuando ni siquiera se habla de la posibilidad de arrepentirse de la maternidad.

¿Podría decirse que la sociedad tiene miedo de pensar que las mujeres pueden ser más allá de lo que se espera de ellas?

Sí, digo que sí es peligroso para el orden social que las mujeres se comporten/vean/sientan/quieran algo distinto a lo que se nos dicta: ser consideradas sexualmente atractivas o lindas; casarse, volverse madres.

Parece como un caos y una amenaza que las mujeres tengan control sobre sus propios deseos, sueños, anhelos, fantasías y voluntades porque entonces estamos fuera de control. Sin los servicios de las mujeres como cuidadoras (sexualmente, profesionalmente, domésticamente), tantas necesidades patriarcales y capitalistas no serían satisfechas. ¿Entonces qué?

Y con este escenario en mente, usted sostiene que el instinto maternal no existe…

Mi punto de vista es que el instinto maternal no existe: es una idea política que está siendo usada para alinearnos a las mujeres. Solo porque todas tengamos los mismos órganos biológicos como hembras no significa que todas tengamos las misma habilidades, motivaciones, deseos y necesidades.

¿Dónde queda la ciencia parada en este debate? ¿Cuál es su rol en estas discusiones?

Hay un choque entre la necesidad que tiene la ciencia de generalizar y la lectura política de las vidas de los seres humanos que están bastante alejados de ser parte de una unificación. Las experiencias de carne y sangre, influenciadas por distintos contextos de género, sexuales, étnicos y sociales, son diversas. Supongo que la ciencia continuará con su ruta y la lectura política de la ciencia deberá mantenerse a la guardia.

En su tesis doctoral escribió que una de sus conclusiones fue que debería aceptarse que existen muchísimas identidades femeninas. ¿Cómo se relacionan con ‘parecerse a un hombre’?

Muchas veces la ecuación en los debates sociales es ‘maternidad vs. carrera’. Como si si no quisieras ser mamá probablemente quieres ser ‘como un hombre’. Yo voy en contra de esta ecuación: primero, porque hay muchísimas mujeres de distintos grupos sociales que ni siquiera tienen la oportunidad de tener una carrera, si es lo que quieren; segundo, porque conocí a muchas mujeres que no quieren ni ser madres ni tener una carrera.

Esta ecuación se basa parcialmente en asumir que si no quieres ser madre necesitas probar que eres exitosa de alguna manera u otra, o que tu vida significa o vale algo. Anhelo el día en que las mujeres puedan ser madres sin tener que probar nada a cambio. Que puedan ser lo que quieran, como quieran. Ese será el día en que se reconocerá la diversidad de las identidades de las mujeres.

¿El entretenimiento y la prensa…?

Perpetúan la percepción de que tenemos la necesidad de ser madres. Varios de esos medios envían mensajes como que la maternidad es la cosa más importante de TODAS las vidas de las mujeres; no crean imágenes complejas y figuras de mujeres que no son madres; venden el sueño de que ‘la madre perfecta’ que ‘lo tiene todo’ está al alcance y avergüenzan, por ejemplo, a las mujeres que son celebridades por ‘no ser buenas madres’.

¿Y qué hay de la devoción que un hijo puede sentir por su madre?

Personalmente entiendo completamente y creo que muchas relaciones entre madres e hijos son realmente sagradas para ellos; son preciosas y profundamente significativas. Aún así, las sociedades definitivamente hacen uso político de esas relaciones al no tener en cuenta todas las historias que los niños y las madres tienen para contar. Hay una diversidad, tantas versiones de estas historias pero muchas de esas están siendo silenciadas para mantener el mito de que eso sagrado es total para que las mujeres puedan volverse madres.

María Eugenia Lombardo Carrusel foto agencias Vanguardia