Cómo lograr escuchar a nuestros hijos
Cómo escuchar a nuestros hijos
Las tácticas para escuchar y desarrollar una buena comunicación deben adaptarse a la edad y madurez del niño/a.
Escuchar a los niños, quienes viven un periodo de rápido crecimiento y desarrollo representa una clara diferencia frente a la relativa estabilidad de los adultos. Además de los cambios físicos asociados con la maduración, existen importantes cambios sociales, cognitivos y comportamentales que tienen profundas repercusiones para la psicopatología infantil y su tratamiento.
Para mantener una buena relación es necesario que la comunicación sea buena y este siempre abierta a escuchar.
Hablar no lo es todo. Es mejor hablar en un tono de voz bajo pero que conlleve una consecuencia real.
Las tácticas para poder escuchar y desarrollar una buena comunicación deben adaptarse a la edad y madurez del niño/a.
El orden adecuado para fomentar una buena comunicación es pasar de más consecuencias con menos palabras cuando son pequeños, y a más palabras con menos consecuencias a medida que se acerca al periodo de la adolescencia.
En general, lo mejor es usar más DIRECCIÓN con un niño/a pequeño y más COMUNICACIÓN con un niño/a más mayor.
Ejemplo:
Decirle a un niño/a de 2 años que la estufa quema puede llegar a hacerle comprender con el tiempo que no debe tocarla, pero retirar su mano y decide firmemente: ¡NO!, le hace comprender de forma inmediata lo que se pretende. Sin embargo, un adolescente al que se le encuentra bebiendo cerveza o fumando puede necesitar un castigo, pero no servirá de mucho si no se le da información sobre el alcohol y las drogas.
Cómo escuchar a nuestros hijos para que ellos nos comuniquen sus preocupaciones, alegrías, sentimientos…
Observar su comportamiento
Cuando el niño/a empieza a actuar repentinamente de una forma distinta, es muy posible que intente comunicar algo.
Miguel de 8 años se había vuelto destructivo, rompía juguetes y cosas de la casa. Se descubrió que estaba muy preocupado por la salud de su padre, que era precaria, pero de la que nunca se hablo en su presencia. Con ayuda, fue capaz de expresar sus sentimientos y dejar de manifestar sus miedos.
Ayudarle a Manifestar sus Emociones
El proceso de enseñar a un niño/a a definir y manifestar sus emociones es lento y supone mucha insistencia.
Con los niños muy pequeños es útil utilizar el “árbol del sentimiento”. A medida que el niño/a se hace mayor es útil utilizar expresiones como: “Suena como si estuvieras enfadado con Juan”,” Parece que te preocupa algo. ¿Qué crees que es?… y fuego tras una corta charla puede lograrse que el niño/a verbalice que está celoso,….
No hay que olvidar tampoco que no sólo se le ha de enseñar a expresar sus sentimientos sino que también se debe añadir una consecuencia a su comportamiento.
Ejemplo:
Javier, de 4 años está intentando encajar dos piezas de un juguete y no lo consigue. Se está enfadando y finalmente lanza el juguete al suelo. Su madre le explica que es normal que se sienta “molesto” y que cuando se sienta así debe pedir ayuda. Pero también añade una consecuencia “cuando tires las cosas así no las volverás a ver en toda la tarde”.
Tiempo para Escuchar
Es muy importante encontrar un rato diario para hablar con nuestros hijos, en el cual nos cuenten lo que les ha pasado durante el día y sus sentimientos, de manera que se sientan libres para darnos detalles.
Algunos consejos
Préstale la máxima atención. Actúa como si tuvieras todo el tiempo del mundo y como si fuera un amigo tuyo el que tuviera un problema.
Para escuchar lo que tiene que decir, inicia la conversación. A veces les cuesta mucho arrancar. Entonces servirán frases como: “Hablemos” o “Dime lo que te preocupa”; a veces, es mucho mejor ser más específico:
“Cuando has llegado del colegio parecías muy triste. ¿Me quieres contar qué te ha pasado?. Puede que el niño/a diga que no quiere hablar en ese momento. Entonces respétalo/a y hazle saber que podrás hablar más tarde, cuando esté dispuesto/a».
También es posible que tu hijo/a necesite un empujón más y que contándole primero un cuento o inventando una historia donde aparezca un niño/a como tu hijo/a, al que le ocurre algo similar… puede que entonces empiece a expresarse. Otras veces lo mejor es empezar por sentarse a su lado abrazándole y esperar sin prisa a que arranque.
Mantén la conversación viva. Resiste la tentación de resumir lo que cuenta antes de que haya acabado. Evita dar largos discursos… Sigue el hilo como un amigo en fugar de un policía haciendo un interrogatorio.
Debes aprender a ponerte en su lugar, hacerle saber que entiendes cómo se siente, ponerte a la altura de la visión del mundo que tu hijo/a tiene, que no necesariamente debe ser la “verdad” exacta de lo que ocurrió.
Finalmente haz saber a tu hijo/a que estás contento/a de que comparta sus sentimientos contigo:” Gracias por contármelo”, “me alegro de que me lo cuentes, sé que te habrá costado”,… o simplemente un abrazo.
Cómo escuchar al niño/a
- Mírale a los ojos y fomenta que tu hijo/a también te mire así a ti. Si a tu hijo/a le cuesta puede ser útil jugar en otro momento al Juego de las miradas
- No olvides elogiarle cuando lo haga.
- Háblale con voz firme y relajada.
- Utiliza frases sencillas. Y evita discursos.
Explica a tu hijo/a los sentimientos que producen en ti sus acciones o actitudes en fugar de criticarle directamente (además de establecer consecuencias cuando sea necesario): “me enfado mucho cuando dejas tus juguetes sin recoger y tengo que recogerlos yo”, ” me enfado mucho cuando tardas mucho en comer y tengo que esperar para recoger la cocina y no puedo estar luego contigo leyéndote un cuento”…
Aprende a utilizar frases en primera persona en lugar de en segunda. De esta manera se evitan las críticas y culpabilizar al niño/a y no dejas de escuchar sus emociones con eficacia.
Di lo que piensas y piensa lo que dices.
Marta Guerri