Opinión

De política, prostitución y burros

De política, prostitución y burros

El Jicote, Por: Edmundo González Llaca

Martes 23 de septiembre de 2025

No nos terminamos de recuperar de un escándalo o de un despropósito de la clase política, cuando vienen otros como cuentas de rosario. La clase política no hace autocrítica, no sanciona, no corrige, bueno, ya ni se toman la molestia de dar una explicación. Optan por montarse en el escándalo o en la metida de pata del momento, apostar a la distracción y con suerte al olvido de la opinión pública.

Cuando creemos que ya no harán otra barbaridad que nos pueda sorprender, pues nada, taimados, se superan en su falta de escrúpulos y de pudor. Nadie de la clase política parece salvarse, dan ganas de gritar como lo hacían los argentinos en una de sus crisis: “Que se vayan todos”.

Corriendo el peligro que, como afirma la Presidenta, se me ubique en el retrato hablado de los editorialistas y columnistas, es decir, para ella simplemente soy: “Irrelevante, mentiroso, manipulador y defensor de mis intereses”. ¡Sopas! Al menos me salvé de ser un “Traidor a la Patria”. Corriendo ese riesgo me atreveré a escribir sobre el mitin, de alguna manera se le debe decir al acarreo en el Zócalo.

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Lo abordo porque es un espejo fiel de nuestra vida política, lo hago también, pues como dice María Corina Machado, premio Nobel de la Paz: “Son momentos tan graves y nadie tiene derecho a la indiferencia”. Mis antecedentes de lo sucedido en el Zócalo son los siguientes:

A principios de este año, estaba en la ciudad de México y viajaba en un Uber. De pronto, detenidos en un semáforo, llegó una cuadrilla de jóvenes y empezó a pegar anuncios en los postes y en las bardas; en un terreno baldío escribieron un graffiti.

Llamaba la atención el descaro con la que hacían todo, cuando pegar anuncios y todavía más el rayoneo en las bardas, es perseguido por las autoridades. Al taxista le dieron un volante que, después de leerlo, cerró los puños, elevó la mirada al cielo y dijo con entusiasmo: “Bendito sea Dios”. Aproveché para leer los anuncios, era una invitación a ir al Zócalo para festejar los primeros cien días de gobierno de la Presidenta.

Le pregunté, en tono prudente, pues ahora hay mucha gente sensible: “¿Es simpatizante de la Sheinbaum? Dijo: “Ni madres, como jefa de Gobierno nos trajo en friega con papeleos; un pariente de mi esposa se murió en el accidente del Metro.

Me cae en la…”. Curioso le pregunté: ¿Cuál es entonces la causa de su entusiasmo? Respondió: “Cada vez que hay algún desmadre en el Zócalo, por cada persona que llevo me dan cincuenta pesos, también me pagan el traslado de ida y vuelta de los que lleve. Mientras está el mitote puedo andar trabajando en forma normal”.

Le pregunto: ¿Finalmente cuánto sacas? Responde: “Los menos que he llevado han sido cuatro personas, pero la última vez amontoné ocho en el carro”. ¿No te multan por exceso de pasajeros? Responde satisfecho: “Ni madres, los agentes ya saben y también te dejan estacionarte en lugares prohibidos. Se siente a toda madre ser jefe”.

Le pregunto: ¿A los que lleva también les dan dinero? Dice: “Sí, me han platicado, a algunos los amenazan que les van a quitar el programa social, pero además les dan dinero; a otros les dicen que los van a meter en los programas sociales, aunque no apliquen, pero jodidos, jodidos, se llevan quinientos pesos. A los que están en un sindicato, a esos les da dinero su sindicato o les dan dos días de descanso. Algunos gastan parte de lo que reciben, se presentan, firman la asistencia, les dan su cajita feliz, a veces me traen una.

La mayoría prefiere que los espere para que los regrese, aunque les cuesta su lana. Regresan felices y chacoteando, dicen que prefieren gastarse una lana, que aguantar la asoleada, los rollos; además los están vigilando para que aplaudan y echen porras. Eso dicen entre risotadas; “Es lo que más encabrona”. Hasta aquí lo que recuerdo.

El populismo vive y respira de estas movilizaciones chafas del Bienestar, representan una oportunidad para confirmar lealtades de los diversos grupos; muestran el músculo público, buscando la simpatía por contagio, no se trata de pensar sino de sumarse a los fuertes. La narrativa ante las muchedumbres debe ser simplista, el discurso está plagado de consignas y sentencias: “Vamos bien”.

El populismo es paranoico y mantiene una idea conflictiva de la política. Las movilizaciones son espacio para alertar sobre los peligros y estimular el odio, en esta ocasión la Sheinbaum se lanzó contra los conservadores que, sostiene, pretenden dividirlos. Cuando en Morena el fuego amigo es práctica que hacen solitos.

Se aplica lo dicho por Marx, con López Obrador estas movilizaciones originalmente eran un drama, con la Sheinbaum son toda una comedia. El autoritarismo, afirma Hannah Arendt: “Impulsa y formenta la banalidad del mal”. Son una especie de fiestas populares con porras y matracas que encubren un envilecimiento de la participación política.

La información de la Sheinbaum, no fue al centro de las preocupaciones, la nota se hizo por la ubicación espacial de los asistentes: es una desgracia estar en la bola; una depresión atrás de una valla y un estímulo político sentarse en primera fila. El acto sirve para medir el cariño de la Presidenta a los asistentes. El “Cariñometro” parece ser, de menos a más: sonrisita congelada y movimiento de manos desde lejos; sonrisita y saludo de manos; sonrisita, saludo de manos y besito en la mejilla; sonrisita, saludo de manos, besito en la mejilla y abrazo.

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El punto “G” del cariño de la Presidenta: sonrisita, saludo de manos, besito en la mejilla, abrazo y “selfie”. A más de uno de estos beneficiados los han tenido que llevar al centro de primeros auxilios para que se repongan de la emoción.

Lo más lamentable es que toda esta farsa, todo este auto festejo y quema de incienso, ya no merecen ni la documentación, menos aún la indignación de los opositores, ante este derroche de energía social, de dinero, de teatro barato; de prostitución general de la política y la movilización social. Ya les parece totalmente normal. Prueba contundente de una oposición totalmente desaparecida de nuestra realidad política.

Han sido los medios de comunicación y reporteros profesionales quienes han documentado este ejercicio de prostitución masiva. Por eso, cuando a la Presidenta le denunciaron el infamante acarreo, lo negó blindándose en el estribillo: “No somos iguales”. Pero raro, no solicitó pruebas, bien sabía, que estaban en varios medios impresos y electrónicos.

Estoy de acuerdo con quienes sostienen que el populismo es el caballo de Troya de la democracia, utilizan los métodos democráticos y luego dinamitan la democracia. Pero estoy más de acuerdo con quienes sostienen que el caballo es un animal demasiado hermoso, que estos militantes y sus prácticas no lo merecen. El populismo es: “El burro de Troya de la democracia”.

 

 

 

 

 

Edmundo González LlacaLas opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión del Portal que lo replica y pueden o no, coincidir con las delos miembros del equipo de trabajo de Okey Querétaro., quienes compartimos la libertad de expresión y la diversidad de opiniones compartiendo líneas de expertos profesionistas.

 

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