Opinión

El Ya No Estoy Aquí de la oposición en México

 

El Ya No Estoy Aquí de la oposición en México

Por Ángel Dorrego.- El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, ha logrado uno de sus objetivos más importantes desde el punto de vista de conformación del ecosistema político del país: consiguió que las fuerzas políticas se alineen entre sus partidarios y sus adversarios, siendo los primeros los militantes y simpatizantes de su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), así como el sector de la opinión pública que coincide con su figura personal, el cual sigue siendo mayoritario a pesar de tener un descenso sostenido en su periodo de ejercicio del gobierno. En el segundo grupo están todos los demás, desde los partidos políticos no alineados con la trinchera presidencial hasta los componentes de la sociedad civil que han visto afectados sus derechos y libertades con la actual administración, pasando por ciudadanos de todos los sectores que están inconformes con las decisiones tomadas desde el poder ejecutivo federal. Este grupo se ha dedicado a señalar las múltiples falencias e improvisaciones que se han hecho de éste un periodo de gobierno lleno de discursos, pero carente de resultados. A pesar de esto, no han logrado integrar movimientos que auténticamente amenacen la línea de flotación del gobierno más allá de sus pifias internas.
¿Por qué ha sido tan difícil permear en la opinión pública ante demostradas fallas que hacen de éste un gobierno más caro y menos competente que los que se acusa de corrupción? Mi hipótesis es que la oposición está tan entrampada en el pasado como el presidente, y en esa arena él tiene la batalla ganada. Permítame explicarme con una metáfora cinematográfica. La película Ya No Estoy Aquí (México, 2019) sigue la historia de un adolescente que habita en una zona conurbada y marginal de la ciudad de Monterrey. En un contexto de pobreza y disfuncionalidad social, el joven define su personalidad completa a través del movimiento contracultural al que pertenece; adquiriendo vestuario, peinado, actitudes y gustos musicales a partir de ello. Súbitamente tiene que salir de su entorno para ir a vivir a Nueva York como inmigrante ilegal. La gran reflexión del filme se centra en su incapacidad para adaptarse al nuevo entorno, ya que intenta que el mundo a su alrededor se adapte a quien es él, actitud a la que se aferra hasta sus últimas consecuencias. Si usted es usuario de la plataforma de streaming más popular de nuestro país y le gusta el cine bien manufacturado, no dude en verla.
Ahora vamos con la oposición de nuestro país, la cual debería de estar articulada en los órganos políticos formales a partir de los partidos que deberían aglutinar a las partes disconformes de la sociedad, lo cual no sucede. El Partido Acción Nacional (PAN), principal fuerza opositora al gobierno, señala permanentemente los errores de la autodenominada cuarta transformación (4T), pero tiene un déficit en cuanto a liderazgos frescos y atractivos, así como de ideas que no hayan sido planteadas e instrumentadas con anterioridad, salvando, como en todos los casos, a honrosas excepciones que no han encontrado el eco suficiente en el imaginario popular. Por su parte, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), vive (o sobrevive) en la crítica indirecta acompañada de la permanente negociación con la administración federal, defendiendo su pasado para compararlo con la desarticulación e improvisación del actual gobierno. De los movimientos sociales, pongamos de ejemplo al movimiento feminista, que ha tenido que defender los limitados, pero importantes avances que había logrado su causa, ante la dinámica reaccionaria de un gobierno que se dice de izquierda aunque, en vez de arropar a estos grupos como base de su agenda progresista de inclusión para el desarrollo social, tiene una actitud reaccionaria que busca incluirnos siempre y cuando se vuelvan orgánicos a los designios de un movimiento que no los considera como reivindicaciones moralmente aceptables.
Es entonces que nos encontramos en una batalla del pasado contra el pasado, lo que provoca que gane quien tiene la mejor posición en cuanto al poder, como sucedió hace tres décadas con la implementación del neoliberalismo. Los partidos de oposición pasan su tiempo defendiendo el trabajo que hicieron cuando les tocó detentar la administración pública federal para decir que las cosas fueron mejores cuando ellos estuvieron tras el timón. Le apuestan a un hartazgo del electorado que, decepcionado del desempeño del actual gobierno, regresará a ellos para salvar el barco. Sin embargo, la fecha de que esto suceda no termina por llegar, al tiempo que ellos mismos sufren del desgaste de la atención del público al seguir siendo minoría en la conformación de apoyos de los distintos sectores de la sociedad. Como el chico de la película, quieren que el entorno regrese a ser lo que era para que ellos puedan seguir siendo ellos mismos, sin tomar en cuenta que la fórmula llegó a un desgaste tan grande como para que el electorado del 2018 manifestara claramente su rechazo al abuso y la lentitud del progreso que tuvieron, tanto como para apostar por una opción que prometía una ruptura definitiva sin tener que aclarar formas y métodos de lo cual ni ellos mismos tenían (ni tienen) claro como colectivo. El presidente ha mostrado su maestría en este campo de batalla, ya que cada que lo cuestionan terminan por decirle que los anteriores fueron mejores, a lo que el presidente sólo tiene que mostrar algún acto de corrupción o un abuso de poder para neutralizarlos.
Así que la salida a esta dinámica, que conviene a la 4T, está en cambiar el discurso hacia la vanguardia, no hacia la retaguardia. Los partidos y movimientos sociales de oposición tienen que entender que es necesario replantear los pactos sociales para ofrecérselos a un electorado joven y desilusionado, incluso cuando esto signifique tener que hacer contrición acerca de los propios errores y liderazgos ya denostados, para pasar a una etapa de construcción de propuestas que busquen potenciar a México a partir del entorno global contemporáneo a través de la inclusión de fuerzas sociales que permitan la innovación y el cambio generacional. Con esto lograrán exhibir el anacronismo de un gobierno cuyo discurso es decimonónico y cuyo accionar corresponde al nacionalismo revolucionario del cada vez más lejano siglo XX. Seguir arguyendo acerca del pasado es darle la razón al presidente en cuanto a que ya no están aquí.

Educación

Por Ángel Dorrego

Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.

Twitter: @AngelDorrego

Correo para el público: adorregor@gmail.com

 

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