La novela de Malcolm Lowry ambientada en Cuernavaca
A 68 años de la muerte de Malcolm Lowry, hablamos de su novela más relevante.
Malcolm Lowry, escritor británico nacido un 28 de julio de 1909, en New Brighton, Inglaterra, tuvo un destino profundamente marcado por el alcohol y una sensibilidad desbordante.
Vivió una existencia errante y dolorosa, atravesada por internamientos psiquiátricos, periodos de extrema lucidez creativa y largos tramos de autodestrucción.
En la década de 1930, viajó a México buscando un entorno exótico y una especie de redención personal, pero también impulsado por un deseo obsesivo de retratar la caída del hombre moderno.
Fue en Cuernavaca, Morelos, bajo la sombra del volcán Popocatépetl, donde encontró la atmósfera perfecta para dar vida a Bajo el volcán, su obra cumbre.
Escrita durante más de diez años y publicada en 1947, esta novela fue el resultado de una paciente maduración literaria y emocional.
Ambientada en el Día de Muertos de 1938, se convirtió en un espejo sombrío de su autor, un retrato descarnado del alma humana en su lucha contra el vacío y la culpa.
Lowry falleció un 26 de junio de 1957, en Sussex, de su natal Inglaterra, apenas a los47 años, por una combinación de factores: inhalación de contenido estomacal, intoxicación por barbitúricos y consumo excesivo de alcohol.
La causa de su fallecimiento fue declarada accidental, pero también se ha especulado sobre un posible suicidio.
A 68 años de su muerte, hablamos de su novela más relevante.
¿Por qué hay que leer «Bajo el volcán»?
Esta es una de las novelas más complejas y emocionalmente intensas del siglo XX, aclamada por críticos literarios de la época y posteriores que la mantienen vigente como una imagen del México post revolucionario así como de las pasiones humanas descritas en el texto.
En ella convergen los grandes temas de la modernidad: el exilio, la culpa, la imposibilidad del amor, el fracaso del lenguaje, el derrumbe de los ideales políticos y, en última instancia, el colapso del sujeto ante su propia conciencia.
Su protagonista, Geoffrey Firmin, excónsul británico en Cuernavaca, es la encarnación de esa caída: un hombre cultivado, lúcido en sus momentos de claridad, pero completamente rendido ante el alcohol y el peso de su historia personal.
A lo largo de sus páginas, la novela nos arrastra en una especie de borrachera literaria, que la vuelve compleja y hay que leerla con detenimiento.
La embriaguez no es solo un estado del personaje, sino también una estrategia narrativa: las fronteras entre lo real y lo alucinado se desdibujan, y el lector se ve envuelto en una atmósfera densa, neblinosa, como si compartiera la visión nublada del cónsul.
Por ello, ese efecto de inmersión emocional y sensorial es uno de los grandes logros del libro.
El perdón y la redención, piezas fundamentales de la novela
Más allá del alcoholismo, la novela habla de la imposibilidad de reparar una pérdida que ni siquiera se puede nombrar.
Geoffrey no solo ha perdido a Yvonne, su exesposa, de la que busca el perdón y la redención constantementa, hasta la muerta, sino que ha perdido la fe en sí mismo, en el amor, en el mundo, y se sumerge en una autodestrucción consciente, casi poética.
Yvonne, por su parte, encarna la esperanza y el amor idealizado; sin embargo, su regreso no cambia nada: Geoffrey ya está demasiado lejos, y el alcoholismo lo ha succionado de una vida fuera de su caída prominente al abismo.
“Vivía en el centro mismo de su culpa, una culpa que, a todas luces, lo sustentaba”, señala Geoffrey; por ello, el alcohol deviene no solo consuelo, sino la forma de borrar su propia subjetividad.
Como bien señala Lowry en su prólogo, su novela trata sobre “las fuerzas que moran en el interior del hombre, y que le llevan a asustarse de sí mismo”.
Bajo el volcán es, finalmente, un mapa del dolor humano, una novela que requiere ser leída y releída, porque no ofrece certezas sino ecos, fragmentos, destellos.
Su lectura es exigente, pero profundamente recompensante que seguro deja profundas reflexiones entre sus lectores.
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