La tormenta que rompió la pecera digital.
La tormenta que rompió la pecera digital.
«Reconocer”
Por: Luisa Leticia Pérez Medina
Martes 26 de agosto del 2025.
En la entrega pasada hablamos de la tríada digital, esa identidad, huella y sombra que nos acompañan a cada paso, y hoy me quedo con la imagen de una pecera, porque en ella nadamos todos los días sin darnos cuenta, rodeados de pantallas y sistemas como si fueran agua, flotamos entre notificaciones y conexiones sin pensar en lo frágil que puede ser ese entorno hasta que algo rompe el cristal, como ocurrió el viernes 22 de agosto cuando una lluvia intensa azotó Querétaro y el centro de la ciudad se quedó sin luz, y entonces la pecera digital se resquebrajó y quedó claro que el ecosistema tecnológico también tiene sus grietas.
La electricidad es el pulso que sostiene lo digital y cuando se corta no hay nube ni red social que aguante. La infraestructura eléctrica que alimenta servidores y dispositivos se cayó como un dominó invisible, y de pronto la ciudad se movía a tientas. Lo que parecía cotidiano —pagar con tarjeta, consultar una aplicación, seguir las noticias en tiempo real— se convirtió en recordatorio de que sin energía nada de eso funciona. La batería del celular se volvió un recurso limitado, el efectivo recuperó valor y los restaurantes sacaron lápiz y papel para hacer cuentas, en un retroceso que no fue nostalgia sino evidencia de vulnerabilidad.
Y conviene decirlo claro: lo nuestro fue apenas una incomodidad, porque mientras en el centro la gente hacía cuentas en servilletas, hubo familias que perdieron patrimonio, casas inundadas, autos dañados y negocios arrasados por la corriente, y frente a eso sí hablamos de problemas reales, no de la molestia de quedarse sin internet unas horas, sino de la dureza de empezar de nuevo después de que el agua se llevó lo que costó una vida levantar.
Ante ello, la prioridad fue echar a andar los servicios de emergencia, con cuerpos de rescate y policías apoyando en el desalojo de calles, auxiliando a vecinos y asegurando zonas de riesgo; en paralelo, brigadas municipales y estatales avanzaron en la limpieza y en restablecer lo básico, porque la resiliencia de una ciudad se mide en la rapidez con que instituciones y comunidad responden cuando lo natural pone a prueba lo digital.
Joaquín Sabina lo cantó en Peces de ciudad: “el cristal de los acuarios de los peces de ciudad”, metáfora que recuerda que creemos nadar libres pero lo hacemos dentro de acuarios sostenidos por cables y centros de datos, y cuando “no quedan islas para naufragar” la nube más poderosa sigue siendo la del cielo, esa que sin pedir permiso puede desconectarlo todo y devolvernos al lápiz, al papel y a la conversación cara a cara.
La lección es clara: la energía eléctrica es el verdadero corazón de la pecera digital y sin ella descubrimos que dependemos más de lo que creemos, por eso conviene tener un plan mínimo, guardar efectivo, conocer rutas alternativas, mantener cargadores de respaldo y números de emergencia a la mano, y no olvidar que lo digital se detiene pero la vida sigue, y que lo comunitario y lo institucional —desde la vecina que ayuda a sacar agua hasta el policía que resguarda la calle— serán siempre el soporte más confiable cuando la tecnología se apaga.
Soy Luisa Leticia Pérez Medina, instructora de Informática en ICATEQ Plantel San Juan del Río, un espacio donde valoramos la importancia del desarrollo tecnológico y, sobre todo,
“Reconocer”
Mtra. Luisa Leticia Pérez Medina, profesora en ICATEQ, plantel San Juan del Río, Querétaro, donde imparto capacitación en el área de informática como una herramienta clave para el desarrollo de habilidades y el fortalecimiento del pensamiento crítico.
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