Un día después
Un día después
El Jicote, Por: Edmundo González Llaca
Lunes 3 de Junio del 2024
El triunfo de la señora Sheinbaum no le da carisma, la holgura en las votaciones no significa que no haya sido una descarada elección de Estado; la aprobación implícita a la agenda electoral del Presidente, no excluye que los cambios constitucionales que se proponen sean un atentado contra nuestra democracia y sus instituciones, que con tanto esfuerzo se habían logrado construir. La mayoría de los electores, a pesar de estar claramente conscientes de esta realidad, no les importó y le dieron un apoyo contundente al Presidente, a la candidata oficial y a Morena. Es a partir de este hecho que debemos construir nuestras reflexiones.
Una primera autocrítica, el círculo rojo de quienes denunciábamos la insuficiencia de atractivo de la personalidad de la Sheinbaum, los riesgos a nuestro sistema político que significaba elegirla a ella, a los otros candidatos y sus cambios constitucionales, estábamos muy alejados de la corriente de opinión pública claramente mayoritaria que se impuso. Pasando saliva y con humildad, reconozcamos que transitamos una pista, no solamente rebasada sino divorciada del juicio de la ciudadanía.
En estos momentos de profunda confusión y rabia, mientras se asientan los polvos levantados por una elección descaradamente injusta, lo más importante es evitar lo que representa el mayor peligro: que se despierte el México bronco y cunda la violencia en el país.
Sin quitar el dedo del renglón, es decir, la revisión de la legalidad y de acta por acta de la votación, lo importante es unir fuerzas para convocar al diálogo y a la reconciliación. De lo que se trata es de exorcizar la división interna de los mexicanos. La historia nos lo ha dicho y repetido, para no abrumarlos con ejemplos, baste recordar que el triunfo de los españoles sobre los indígenas y las invasiones que ha sufrido México, la norteamericana en l847 y la francesa de 1862, fueron posibles porque los mexicanos estábamos divididos, confrontados y vulnerables.
Quiero ser optimista, el diálogo y la reconciliación nos corren por nuestra sangre mestiza; forman parte de nuestro genoma. Como diría López Velarde: “El alma mexicana es española, árabe y rayada de azteca”. Nuestra cultura es una de las más grandes y originales de la humanidad, gracias al diálogo y la reconciliación de diferentes concepciones del mundo y de la vida.
Si quienes reconocemos nuestra derrota debemos aceptarla, a los ganadores les corresponde aceptar también que hay opiniones y posturas contrarias a ellos. La soberbia de escriturar la verdad a favor de sus líderes y sus acciones, más temprano que tarde les haría perder legitimidad. La mejor forma de serenarnos es defender y hacer respetar el Estado de Derecho, dialogar y reconciliarnos bajo el imperio de la ley, que como bien decía Aristóteles: “Es la razón sin pasión”.
día después, día después, día después, día después, día después
El Jicote, por Edmundo González Llaca.
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