Aficionado narra lo que vivió en el Estadio Corregidora
Joven aficionado narra lo que vivió en el Estadio Corregidora
Comenzaba el día con bastante entusiasmo, Sebastían Estremo, aficionado narra de primera mano, lo ocurrido, ya que se encontraba en el estadio; comparte su experiencia en tan lamentable escenario vivido en el Estadio Corregidora de Querétaro. Aficionado narra Aficionado narra Aficionado narra Aficionado narra
Familias enteras con niños, aficionados de corazón, en fin personas que solo querían divertirse y les toco presenciar esta amargo encuentro. Aficionado narra Aficionado narra Aficionado narra Aficionado narra
Sebastián narra lo siguiente: «Contexto para los que no ubican. Hace unos 15 años en el Estadio Jalisco el Atlas descendió al Querétaro a segunda división. Años más tarde en Querétaro hubo una campal. Atlas acaba de ser campeón, como parte del festejo muchos hemos visitado varias ciudades para acompañar al equipo. Llegamos a Querétaro camiones de Guadalajara, el DF y otros lugares.
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Llegamos al estadio a eso de las 14:30, compramos nuestros boletos mi morra y yo. Gente misma de Querétaro nos decía que la barra de Querétaro nos andaba cazando. Tuvimos cuidado y nos metimos a la zona de los camiones del Atlas. Ahí encontramos a una amiga mía que venía de Guadalajara, a ellos unos autos se les cerraron y les apedrearon su van.
Comenzó el acceso al estadio. La policía nos hacía formarnos de un lado y otro. Había muchísima policía para nosotros. No pudimos ingresar con NADA. Ni cadenas, ni pulseras, ni bolsas, ni cinturones, nada, solo el celular y la cartera. Yo llevaba mi sudadera la cual es importante para cubrirse sobre todo para la salida para tapar la playera. Precaución porque sabemos que los de Querétaro nos odian. No nos la dejaron pasar. La guardé en un camión de los que venían de Guadalajara, me dijeron que se iban a ir luego luego acabando. Después de cómo una hora bajo el sol ya por fin pudimos entrar.
El primer tiempo como cualquier partido de fútbol, cánticos y de ahí no pasó, era una fiesta. Nosotros estábamos enjaulados por rejas y alambres de púas en un área abajo en un costado. Repito el operativo con nosotros fue tan estricto que no pudimos meter nada de nada. Nunca me habían cateado tanto. Habían nomás unos globos. Atlas lo ganaba 1-0 al medio tiempo.
En el segundo tiempo, alrededor del minuto 15, seguíamos cantando dentro de nuestra jaula, cuando vimos que empezaron unas corretizas a aficionados del Atlas en varias secciones del estadio. La zona de la barra del Querétaro estaba en la cabecera más alejada de nosotros, en teoría para evitar broncas.
De pronto LITERALMENTE vimos como se abrían las puertas que los separan del resto. Hubo una minitrifulca con los guardias, de ahí pero rápido los vencieron. NO VOLVÍ A VER UN SOLO ELEMENTO DE SEGURIDAD DESPUÉS. Aficionado narra Aficionado narra Aficionado narra
Vimos desde nuestra jaula como los de la barra del Querétaro corrían por los pasillos del estadio. De pronto estábamos rodeados por ambos lados. Insisto enjaulados, sin nada con qué protegernos. Desde arriba también nos rodearon, nos empezaron a lanzar BOTELLAS DE VIDRIO. Las teníamos que esquivar, una le dio en la cara al que estaba a lado de mí.
Ahí comenzó el verdadero caos, el partido increíblemente seguía. Se metió a la cancha uno de Querétaro y fue a la jaula a provocar. Alguien de fuera abrió a un costado nuestra jaula. Unos huyeron a la salida. Nosotros no pudimos por los botellazos. El portero de Querétaro se acercó a tratar de calmar los ánimos. Ya era muy tarde. El partido se suspendió. FUE UNA EMBOSCADA, no una mentada riña entre porras. Claramente las autoridades del estadio colaboraron.
Tratamos de huir de los botellazos a la cancha pero ya nos rodeaban. Un grupo de atlistas se organizó y salió a repeler el ataque. Esa gente me salvó tal vez la vida a mi y a mi novia. Fueron los únicos que defendieron al grupo atlista. Los de Querétaro tenían botellas, asientos y cintos. Nosotros nada. Había familias. En ese minuto que duró el repele pudimos huir a la cancha, después hubiera sido imposible. Pensamos que estábamos seguro, pero no, nos persiguieron. Al que se caía o era atrapado lo golpeaban entre varios. Los encueraban y les quitaban sus pertenencias. Golpeaban a matar con toda la saña del mundo. Sabían lo que hacían.
Mi novia y yo corrimos a las bancas. Venían hacia nosotros, a mi me daban miedo las estampidas, así que le dije de esperar. Pero ya no hubo tiempo venían por nosotros. Eran miles. En la huida ya también había un puñado de aficionados queretanos.
Nos metimos al túnel de los vestidores. Al de atrás de mi le lanzaron una botella, cayó sangrando por las escaleras. Nos metimos al túnel y cerramos la puerta. Nos atrincheramos. Salió gente del club (Atlas) a tranquilizarnos. Fueron los únicos que dieron la cara. Nos dijeron de quitarnos nuestras playeras para salir como civiles. Pero oh sorpresa! No teníamos nuestras sudaderas. Unos aficionados de Querétaro nos prestaron ropa.
Esperamos una media hora, los de Querétaro fueron desalojados. Desde el túnel vimos como había gente del estadio señalándonos, para dar el pitazo. Apagamos la luz. Desde fuera un amigo me mandaba videos de la masacre que ocurría ahí afuera simultáneamente. Escuchábamos golpes a la puerta. Había un niño muy asustado que venía con sus papás. En los golpes no discriminaban por edad o sexo.
Aparentemente desalojaron el estadio y salimos cruzando la cancha entera. Aficionados del Querétaro esperaban sentados riéndose de nosotros. Había sangre, cinturones, vidrios rotos, lazos, palos, navajas y demás cosas con las que los queretanos nos golpearon. Nosotros ni nuestras sudaderas pudimos pasar, ellos tenían todo eso. Alguien les ayudó. Alguien les abrió su jaula. Alguien los dejó cruzar todo el estadio para llegar a donde estábamos nosotros. Y mientras tanto la policía amedrentaba a los atlistas que pudieron escapar a los botellazos por la salida.
Salimos por fin a los camiones. Estábamos rodeados de policías. Se hablaba de desaparecidos y muertos. En los medios lo pintaron como una «invasión». Si no me metía a la cancha me matan ahí. Hablan de «pleito entre barras». Perdón, pero si los del Atlas que salieron a repeler el ataque con golpes no lo hacían nosotros no la contamos. Ellos posiblemente son los heridos, a ellos les debo tal vez mi vida.
Que los medios lo digan como es: fue un ataque premeditado de la afición queretana de la barra contra gente del Atlas con todo el apoyo de las autoridades y del club Querétaro. Hay videos que circulan en Twitter donde se ve gente con radios y como les abren la puerta.
Les comparto lo que yo pude grabar en mi escapada del vestidor hasta el otro lado de la cancha.
Esta es una relatoría, me ahorro mis opiniones para mis amigos.
Una cosa es bronca de igual a igual entre barras. Es digamos un riesgo que asumimos los que nos gusta esto. Pero esto ya es un nivel diferente, una emboscada perpetrada con toda la complicidad del club.
PD: Los que me conocen a mi y a mi novia Bere y su primer pensamiento es un «eso les pasa por ir al futbol» o alguna mamada del tipo «típico de batos» de verdad no me vuelvan a hablar, no los quiero en mi vida. No han entendido un ápice de qué va esto y no me interesa tener ningún tipo de relación con ustedes.
Arriba el Atlas y su gente a la que hoy le debo la vida».
Por su parte Alexis Macías, esposa y madre que se disponía a disfrutar del encuentro entre el Querétaro-Atlas, narra su experiencia.
«Como ustedes saben mi esposo y mi hijo de 11 años son rojinegros de corazón y el día ayer decidimos ir apoyar en familia a su equipo, desgraciadamente ayer vivimos como dijo mi hijo el peor día de su vida, pero ¿por qué? si se supone que debería ser un lugar seguro y de diversión, les dejo unos puntos que me hacen pensar que todo estuvo mal.
1. Desde que llegamos al estadio nos aventaron piedras y latas a la camioneta.
2. En la entrada a los aficionados del Atlas nos revisaron hasta la garganta, sin gorras, sin chamarras, sin lentes, bolsas, totalmente desprotegidos y por lo que veo a los de gallos no tanto, por que ingresaron hasta armas de fuego(siiii armas de fuego a un estadio de futbol)
3. Contaban sólo con seguridad privada y no llevaban ningún objeto para defenderse o poner orden, se podría decir que era nula.
4. En la porra de gallos, no existía ninguna barrera que les impidiera el paso hacia donde estábamos, por tanto los aficionados de los Gallos se saltaron como salvajes.
5. No había policía antimotines adentro y los pocos que había afuera jamás intervinieron.
Lo único que me hace pensar es que todo esto estaba planeado, nos tenían acorralados y no había manera de salir rápido, mi hijo, mi esposo y yo estamos consternados, gracias a Dios por protegernos, gracias a dios mi instinto de mamá me permitió actuar rápido y sacar a mi hijo rápidamente.
Mi esposo tardo en salir unos minutos por que aviso a las señoras con niños que los sacaran ,podría decir que fuimos los primeros en salir de ahí y con la condición de que nos quitáramos la playera, gracias a mis compadres Dany Carrillo y Carlos Macías que en todo momento estuvieron con nosotros y nos ayudaron a actuar rápido,.
Gracias al taxista que sin cuestionar nos sacó de la zona de peligro y gracias a la Barra 51 Bajío que en todo siempre nos dieron ánimos y siempre estuvieron al pendiente de nosotros, sobre todo por el aliento que le dieron a mi hijo para tranquilizarlo, que lastimas que personas inocentes hallamos tenido que pasar por momentos de tanto terror y angustia.
Que afortunados fuimos en regresar a casa, sanos y salvos.
Oremos por los que no pudieron regresar y por sus familias».
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Tomado de las redes sociales Sebastian Estremo, foto cortesía.